Esta historia hay que empezarla por el final y tiene final feliz.
Aunque con una grave lesión de rodilla, Katie Collier, de 18 años,está viva y recuperada de una leucemia mieloide aguda, un tipo de cáncer caracterizado por la rápida proliferación de células anormales que se acumulan en la médula ósea e interfieren en la producción de glóbulos rojos normales.
La estadística dice que, a pesar del tratamiento, las probabilidades de morir en el plazo de cinco años son de un 60%.
Ahora hace un año del diagnóstico y la alero de primer año de laUniversidad de Washington (Seattle) puede celebrar que está recuperada después de seis meses de tratamiento a base de quimioterapia.
A mediados de verano empezó a entrenar con su nuevo equipo, pero en julio sufrió una gravísima lesión que la tendrá alejada de las canchas unos diez o doce meses: rotura del ligamento cruzado anterior de una de sus rodillas, la misma lesión de la que se recupera Ricky Rubio.
"Pasé por el cáncer. Pasé por la quimioterapia. Jugué en el McDonald's All-America Game (partido que disputan las mejoras jugadores de instituto de EE.UU.) en Chicago y me sentía sana, lista. Me he dado cuenta de que nunca sabes lo que va a suceder. Jamás había tenido una lesión de rodilla en toda mi carrera y me encuentro con esto”.
Un movimiento rutinario de calentamiento que habrá hecho un millón de veces y la articulación quedó echa trizas.
A Katie, ni las terribles secuelas de la quimio, le hicieron dejar de entrenar y jugar en su último año de High School. Mantuvo sus buenos registros anotadores incluso con las inyecciones de arsénico en su cuerpo.
Después de los partidos quedaba tan exhausta que dormía durante tres días seguidos. Su madre la encontró en una ocasión tumbada en el vestuario de un instituto en Seattle temblando de agotamiento.
“No he visto a nadie con el carácter y la determinación de esta chica. Con todo por lo que ha pasado y sigue perseverando y manteniendo una actitud positiva”, cuenta su entrenador Kevin McGuff.
La historia todavía tiene más ramificaciones que ponen los pelos de punta.
La familia Collier ha sido acribillada por esta maldita enfermedad. La madre de Katie, Ann, superó un cáncer de mama en 2009 y su abuela falleció hace un año de cáncer de colon.
Dos días después de que su hija fuera oficialmente reclutada por laUniversidad de Washington, empezó a sangrar por las encías sin que pudiera detener la hemorragia.
Aguantó una noche hasta que sus padres decidieron llevarla al hospital, de camino, la madre, enfermera, le introdujo servilletas de papel en la boca para hacer un tapón y que la hemorragia no fuera a más. Los médicos confirmaron luego que eso pudo salvarle la vida.
“Después de lo que he vivido puedo manejar esta lesión. Es muy diferente al cáncer. La enfermedad que he superado va a hacer que mi periodo de rehabilitación sea mucho más llevadero”, cuenta.
“Katie y yo podemos hablar sobre el cáncer y sobre la muerte y hasta planificar nuestros funerales, porque hemos pasado por ello. Ella entiende que ahora mismo podría estar muerta”,asegura su madre.
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