lunes, 11 de marzo de 2013

11-M Se llevaron a su hija, su ser más querido



Ángeles Pedraza

[foto de la noticia]
(Asociación de Víctimas del Terrorismo). 55 años. El 11-M, su hija Miriam, de 25 años, murió en el tren de Téllez.
"Desde el 11-M de 2004 tengo otra vida. Me quedo muerta con mi hija y estoy muerta en vida. Me enfrenté con lucha ante el dolor, la ausencia, los silencios, a que no te digan mamá, a no tener nietos de mi hija Miriam…, a todo lo que desaparece de quien, junto con mi hijo Javi, era lo que más me importaba en mi vida. Es una vida que nadie se merece. Tenía fe y la perdí. Si ese Dios existía, ¿por qué y para qué consentía esto? Me hubiera gustado seguir con la rutina de vida, con esa rutina de la que tanto nos quejamos pero que es lo mejor que nos puede pasar. A partir de la ausencia de mi hija, empecé a luchar por ella y desde ella empecé a luchar por todas las víctimas del terrorismo [Ángeles Pedraza es presidenta de la AVT] para que no caigamos en el olvido, en la indignidad a la que nos quieren llevar algunos diciendo que los terroristas son hombres de paz. Es estar luchando toda la vida y contra demasiados poderes. Desde entonces estoy tomando pastillas para la ansiedad y al final ha acabado en un cáncer de útero del que aún me estoy tratando y del que no se sabe la causa. Un 50% de familias directas, sobre todo, los progenitores, sufren cáncer después del 11-M por el sufrimiento acarreado. Vamos a hacer un estudio en la AVT. No sólo es una vida rota, sino una familia que se desestructura. Desde entonces sufro insomnio y a cada momento te preguntas cómo seguimos sin saber quiénes son los culpables y la impotencia y el dolor que produce ese silencio. El que nadie se quiera hacer preguntas y el que nadie quiera tirar de la manta. Es demasiado doloroso. Desde entonces sufro claustrofobia. El ascensor me da pavor. A los cinco días, me obligué a coger el tren para hacer el mismo recorrido que el tren de mi hija. Soy incapaz de coger el Metro. Estuve años sin llorar, no podía, me costaba y ahora lloro mucho, demasiadas veces. Se me hacen muchos nudos en la garganta y rompo a llorar. Durante más de siete años tampoco podía hablar con mi hijo Javi de su hermana y mi hija Miriam. No hemos hablado hasta hace poco. No podíamos y no sabíamos del dolor del otro, del nuestro. Ahora ya estamos hablando con ayuda de psicólogos. Son tantas cosas y tantos síntomas que te das cuenta de que eres otra persona".

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