1.-Magic Johnson: El 32 dorado y púrpura representa el éxtasis del baloncesto en su conjunto. La máxima expresión colectiva y también la rivalidad más apasionante contra su némesis Bird y los Celtics. Se trata del jugador más completo que ha existido, capaz de haber jugado competitivamente en todas las posiciones. Sus 2,05 de estatura, velocidad y talento así se lo permitían. Su importancia, sin embargo, radica en que alrededor suyo se cerró un círculo único y perfecto en el que la fantasía y el rigor táctico se unieron. El Showtime marcó el sentido de espectáculo artístico que siempre ha perseguido este deporte. Pero lo que a los ojos del espectador era improvisación para los jugadores era, como en el buen intérprete, el resultado de duro trabajo hasta alcanzar la precisión matemática. Nunca se dio un pase sin mirar como mero artificio ni como un menosprecio al contrario. Todos se intentaban como el arma más peligrosa de todas: La impredecibilidad infinita. Pero lo más impresionante de todo era el sentido lúdico que lograban transmitir, porque la expresividad de Magic, casi teatral, contagiaba al público de la diversión que ellos parecían disfrutar dentro de la cancha. Esa fue una de las claves del éxito, porque el golpe de estado era contra el mismísimo genio de Kareem Abdul-Jabbar. En condiciones normales hubiera supuesto un cisma de magnitudes legendarias y, sin embargo, la sucesión fue natural hasta lo invisible. Fue el pívot quien abdicó de buena gana ante aquel divertimento en lugar de la competitividad extrema que siempre le había movido. Su forma de mostrarse agradecido fue alargar su carrera hasta casi lo indecible. Juntos perdieron casi tantas finales como las muchas que ganaron pero siempre las disputaron como si fuera la vida en ello. Y nosotros que pudimos disfrutar de todo aquello.
2.-Oscar Robertson: “Big O” es el más explosivo de todos los bases habidos y uno de los más poderosos jugadores de toda la historia. Se trata de otro marciano, capaz de promediar en una temporada los 31 puntos, 12,5 rebotes y 11,5 asistencias que, pasados 50 años nadie ha superado. Su capacidad para registrar triples dobles era y es inigualable. El jugador globalmente más productivo que ha existido. Con un 1,96 de estatura poseía muelles en las piernas, pero era su visión de juego lo que le permitía realmente marcar las diferencias. El prototipo de base-escolta, eminentemente anotador. Su principal arma era una suspensión de 4-5 metros que su increíble capacidad de salto hacía casi indefendible. Pero era la época de los West, Baylor o “Hondo”, y aquello no hubiera sido suficiente para destacar. Ni siquiera su talento reboteador. Él, en un equipo limitado como lo eran los Cincinnati Royals lograba regalar sus 10 asistencias por partido sin despeinarse. No imaginamos cuantas hubiera dado de haber tenido compañeros más talentosos. Esa manera de combinarse casi telepáticamente es lo que le hacía realmente único. Fue en los Bucks en el 71, con sus piernas ya en cierta decadencia, donde logró el ansiado anillo aportando su experiencia al proyecto que se iba formando alrededor del joven Alcindor. No le hubiera hecho falta. Como en algunos otros casos su grandeza trasciende cualquier otra consideración.
3.-Bob Cousy: El distribuidor por antonomasia. El mejor base con diferencia de los 50. El cerebro de los Celtics de Auerbach que rompió los esquemas al viejo genio, mostrándole la eficacia de los pases sin mirar o por detrás de la espalda. Un jugador distinto en un equipo diseñado para la austeridad. Ambidiestro y superdotado en el control del balón, todos tenemos en la retina esa típica imagen de Cousy, bota que te bota como un yo-yo, manteniendo la posesión perseguido por todos los jugadores del equipo contrario. Lo que Russell daba a la defensa de aquel super-equipo el “Houdini of the Harwood” se lo daba en ataque. Fue al retirarse cuando le preguntaron a Auerbach de qué forma se las iba a arreglar para sustituir a su base MVP. Red contestó evidentemente emocionado: “Sustituirle es imposible, porque él es Mr. Basketball”.
4.-John Stockton: Representaba el ideal de base. Definía todas las cualidades que debe de tener el “point guard” clásico. Un manejo de balón sobrio, una visión de juego periférica, un tiro exterior sólido y un control emocional sin fisuras. Su apariencia vulnerable escondía un defensor feroz, listo como el hambre y duro como el granito. Son míticos sus bloqueos, calificado por el mismísimo Rodman como el “mayor asesino en pantalones cortos”. Sacralizó el “pick&roll” junto a su compinche Malone convirtiendo la jugada en un algoritmo. No podemos decir algo ejecutado tan mecánicamente apasionara demasiado, pero su eficacia es incuestionable hasta el punto de haberse convertido en el “abc” de la mayoría de equipos de la liga. Se retiró como líder de asistencias y de robos de balón. Su estilo serio y eficaz es el contrapunto a la creatividad de Magic y sin embargo ambos demostraron ser complementarios en el Dream Team. Ese fue su mayor éxito.
5.-Isiah Lord Thomas III: “El asesino de la carita de niño” es el alma de los “Bad Boys”. Uno de los “bajitos” más letales de todos los tiempos. Su estilo vertiginoso era perfecto para los contragolpes que generaba aquella terrible defensa, desbordando continuamente con eléctricas penetraciones y balones doblados de todas las formas imaginables. Pero aquel torbellino no era el descontrol que prometía su rapidez, su distribución era fina y precisa con una producción de asistencias mastodóntica. Originario de los barrios más pobres y peligrosos de Chicago, heredó el coraje de su madre, Mary Thomas, célebre inspiración de un telefilm que narraba cómo plantó cara a las bandas callejeras. No es de extrañar que “Zeke” no temiera nunca lanzarse de cabeza a la “mascletá” de golpes que siempre le caía en cuanto ponía un pie en la zona. Fue aquel mítico equipo quienes enterrarían para siempre la hegemonía de los Lakers&Celtics de los 80 y quienes convirtieron la franquicia en leyenda. No fue suficiente para poder pertenecer al Dream Team. Cosas de tener como gran enemigo a Jordan.
6.-”The Pistol” Pete Maravich: Hay gente que posee un halo especial, casi místico. Pete era grande antes quizás de pisar una verdadera cancha de baloncesto. Era un superdotado, un “freak” del baloncesto desde su más tierna infancia. Como no tenía fuerza suficiente para lanzar frontalmente lo hacía entonces desde el lateral, como si apuntara con una pistola y de ahí el célebre sobrenombre. Su estilo era literalmente visionario. Nadie hasta entonces había visto los movimientos y pases que inventó, sin contar con el amplio rango de tiro que dominaba, teniendo en cuenta que no existía línea de tres. Su personalidad introvertida, su imagen un tanto descuidada acrecentaba su romanticismo. La eterna derrota y una muerte prematura a causa de un defecto congénito augurada por él mismo 15 años antes terminó de perfilar la leyenda. Más que un ídolo. Un inmortal.
7.-Steve Nash: Durante la última década únicamente Duncan había repetido MVP antes que el canadiense. Ningún base lo había ganado desde 1990. Es el eje del ideal de juego más atractivo de los últimos años, capaz de cambiar de un plumazo la dinámica conservadora que se había instalado en la liga. Ahora varios equipos tratan de poner en práctica el “run&gun” o el “small ball” con cuatro bajos que tanto espectáculo lleva brindado a los aficionados de los Suns y entre medio de los Mavericks. No se ha logrado la matrícula de honor. Determinadas circunstancias azarosas de cuyos detalles no queremos ni recordar les privaron de alcanzar su verdadero objetivo, pero han sido definitivamente ellos los que han logrado demostrar que el modelo ofensivo de juego sigue estando plenamente vigente y que se puede lograr con él la victoria. Es el heredero directo de Cousy y Maravich. Eso ya no se lo va a quitar nadie.
8.-Walt Frazier: Le apodaban “Clyde”, por los famosos bandoleros “Bonnie&Clyde”. Poseía, según decían, una rapidez de manos comparable a la de la lengua de un lagarto. Lástima que no se contabilizaran sus robos durante la primera mitad de su carrera. Fue 7 veces elegido para el equipo defensivo de la liga, tal era su categoría en este aspecto del juego. Ofensivamente era un gran distribuidor, con visión de juego periférica y un sólido anotador y reboteador. Fue el cerebro de los mejores Knicks de la historia, ganadores de dos campeonatos. Con todo, lo que realmente hizo de Frazier alguien verdaderamente mítico fue su actuación en el 7º partido de la final de 1970, contra los Lakers de Chamberlain, West y Baylor, con Willis Reed, el mejor jugador y líder de aquellos Knicks, lesionado. Cuando todo parecía perdido Frazier se destapó con 36 puntos, 19 asistencias y 5 robos en lo que se conoce como la final más emocionante de la historia. Eso sí que fue “dar un golpe” en toda regla.
9.-Jason Kidd: Es el hombre triple doble de nuestro tiempo. El mejor heredero de Robertson y Magic. Sus grandes virtudes han sido su excelencia defensiva y su capacidad para organizar imparables contragolpes. Algunos de los mejores alley-hoops que se han visto han salido de la precisión de uno de sus pases. Su única incorporación convirtió al equipo pobre de los Nets en todo un candidato al anillo. Su presencia hizo que el resto de los miembros del equipo mejoraran significativamente sus prestaciones de forma automática, normal teniendo en cuenta la suma facilidad con la que creaba asistencias de la nada. Hasta en dos ocasiones se les escapó el título de entre los dedos. No ocurre lo mismo con la selección USA, de la que ha sido base titular durante la última década.
10.-Gary Payton: Es el “Guante”. El único base capaz de ser elegido mejor defensor del año hasta la fecha. Su estilo divertidamente arrogante, de “jugón” por antonomasia, condicionaba el juego de todos, propios y ajenos. Defensivamente era un fuera de serie, como su apodo bien indica. Llegó a marcarse sus 3 robos por partido en alguna temporada, un desquicie absoluto para sus rivales. En ataque era especialmente hábil al poste bajo y un pasador sensacional. Un tanto anárquico eso sí, su estilo no cuajó con “los 4 fantásticos” de Phil Jackson tras haberlo sido todo en Seattle. Allí se le recordará con el mejor de los recuerdos, habiendo formado junto a Shawn Kemp una de las parejas más dinámicas y espectaculares de la historia, capaces de plantarle cara al mismísimo Jordan. Además de dos oros olímpicos en la vitrina de su casa, su palmarés se completa con el anillo que ganó en Miami actuando como jugador de intendencia.