1.-Magic Johnson: El 32 dorado y púrpura representa el éxtasis del baloncesto en su conjunto. La máxima expresión colectiva y también la rivalidad más apasionante contra su némesis Bird y los Celtics. Se trata del jugador más completo que ha existido, capaz de haber jugado competitivamente en todas las posiciones. Sus 2,05 de estatura, velocidad y talento así se lo permitían. Su importancia, sin embargo, radica en que alrededor suyo se cerró un círculo único y perfecto en el que la fantasía y el rigor táctico se unieron. El Showtime marcó el sentido de espectáculo artístico que siempre ha perseguido este deporte. Pero lo que a los ojos del espectador era improvisación para los jugadores era, como en el buen intérprete, el resultado de duro trabajo hasta alcanzar la precisión matemática. Nunca se dio un pase sin mirar como mero artificio ni como un menosprecio al contrario. Todos se intentaban como el arma más peligrosa de todas: La impredecibilidad infinita. Pero lo más impresionante de todo era el sentido lúdico que lograban transmitir, porque la expresividad de Magic, casi teatral, contagiaba al público de la diversión que ellos parecían disfrutar dentro de la cancha. Esa fue una de las claves del éxito, porque el golpe de estado era contra el mismísimo genio de Kareem Abdul-Jabbar. En condiciones normales hubiera supuesto un cisma de magnitudes legendarias y, sin embargo, la sucesión fue natural hasta lo invisible. Fue el pívot quien abdicó de buena gana ante aquel divertimento en lugar de la competitividad extrema que siempre le había movido. Su forma de mostrarse agradecido fue alargar su carrera hasta casi lo indecible. Juntos perdieron casi tantas finales como las muchas que ganaron pero siempre las disputaron como si fuera la vida en ello. Y nosotros que pudimos disfrutar de todo aquello.
3.-Bob Cousy: El distribuidor por antonomasia. El mejor base con diferencia de los 50. El cerebro de los Celtics de Auerbach que rompió los esquemas al viejo genio, mostrándole la eficacia de los pases sin mirar o por detrás de la espalda. Un jugador distinto en un equipo diseñado para la austeridad. Ambidiestro y superdotado en el control del balón, todos tenemos en la retina esa típica imagen de Cousy, bota que te bota como un yo-yo, manteniendo la posesión perseguido por todos los jugadores del equipo contrario. Lo que Russell daba a la defensa de aquel super-equipo el “Houdini of the Harwood” se lo daba en ataque. Fue al retirarse cuando le preguntaron a Auerbach de qué forma se las iba a arreglar para sustituir a su base MVP. Red contestó evidentemente emocionado: “Sustituirle es imposible, porque él es Mr. Basketball”.
7.-Steve Nash: Durante la última década únicamente Duncan había repetido MVP antes que el canadiense. Ningún base lo había ganado desde 1990. Es el eje del ideal de juego más atractivo de los últimos años, capaz de cambiar de un plumazo la dinámica conservadora que se había instalado en la liga. Ahora varios equipos tratan de poner en práctica el “run&gun” o el “small ball” con cuatro bajos que tanto espectáculo lleva brindado a los aficionados de los Suns y entre medio de los Mavericks. No se ha logrado la matrícula de honor. Determinadas circunstancias azarosas de cuyos detalles no queremos ni recordar les privaron de alcanzar su verdadero objetivo, pero han sido definitivamente ellos los que han logrado demostrar que el modelo ofensivo de juego sigue estando plenamente vigente y que se puede lograr con él la victoria. Es el heredero directo de Cousy y Maravich. Eso ya no se lo va a quitar nadie.
8.-Walt Frazier: Le apodaban “Clyde”, por los famosos bandoleros “Bonnie&Clyde”. Poseía, según decían, una rapidez de manos comparable a la de la lengua de un lagarto. Lástima que no se contabilizaran sus robos durante la primera mitad de su carrera. Fue 7 veces elegido para el equipo defensivo de la liga, tal era su categoría en este aspecto del juego. Ofensivamente era un gran distribuidor, con visión de juego periférica y un sólido anotador y reboteador. Fue el cerebro de los mejores Knicks de la historia, ganadores de dos campeonatos. Con todo, lo que realmente hizo de Frazier alguien verdaderamente mítico fue su actuación en el 7º partido de la final de 1970, contra los Lakers de Chamberlain, West y Baylor, con Willis Reed, el mejor jugador y líder de aquellos Knicks, lesionado. Cuando todo parecía perdido Frazier se destapó con 36 puntos, 19 asistencias y 5 robos en lo que se conoce como la final más emocionante de la historia. Eso sí que fue “dar un golpe” en toda regla.
9.-Jason Kidd: Es el hombre triple doble de nuestro tiempo. El mejor heredero de Robertson y Magic. S
us grandes virtudes han sido su excelencia defensiva y su capacidad para organizar imparables contragolpes. Algunos de los mejores alley-hoops que se han visto han salido de la precisión de uno de sus pases. Su única incorporación convirtió al equipo pobre de los Nets en todo un candidato al anillo. Su presencia hizo que el resto de los miembros del equipo mejoraran significativamente sus prestaciones de forma automática, normal teniendo en cuenta la suma facilidad con la que creaba asistencias de la nada. Hasta en dos ocasiones se les escapó el título de entre los dedos. No ocurre lo mismo con la selección USA, de la que ha sido base titular durante la última década.
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