jueves, 7 de junio de 2018

Drazen Petrovic: 25 años sin el Mito




"Al enterarme casi me desmayo. Fue la peor semana de mi vida" (Radja)

Hace 25 años se nos iba Drazen Petrovic y el sentimiento que describe Radja es lo que sentimos muchos aficionados al baloncesto a lo largo y ancho del mundo, del planeta básquet.
 
La noticia fue devastadora, un golpe duro, directo al corazón de todos los que disfrutamos de su juego, de todos los que lo idolatrábamos, de todos los que le queríamos como algo nuestro. Las lágrimas que algunos derramamos podrían llenar océanos. El impacto de su muerte se tradujo en una histeria colectiva, nadie se lo podía creer, no lo queríamos creer, deseábamos que todo fuese un error, un malentendido... pero no fue así. La noticia se confirmó cierta.
 
Drazen Petrovic había sido el primer gran icono deportivo en Europa, nadie nunca antes había aglutinado a su alrededor tanto amor... y tanto odio, porque no nos engañemos, Petrovic era odiado al mismo nivel que amado, con él no había términos medios, era todo o nada. Odiado en su juventud por grandes figuras de nivel europeo (Sabonis, Corbalán, Meneghin, Antonello Riva...) y sobretodo por gran parte de los aficionados rivales.
 
Ninguna afición le odio tanto como la afición merengue, la del Real Madrid... se "ganó" ese odio exhibición tras exhibición con su Cibona de Zagred ante el equipo merengue, con su juego espectacular, con sus anotaciones de otra época, con su forma de celebrar las canastas y provocar a los defensores, rivales, banquillo y público... se convirtió en el enemigo número uno de todo el madridismo, no se podía odiar más a alguien, imposible. Pero todo ese odio se convirtió en amor cuando fichó por el Real Madrid, un amor incondicional, un amor desmesurado, sin limites... estuvo sólo una temporada antes de dar el salto a la NBA, una temporada en la que ganó Copa del Rey y Recopa de Europa con esos 62 puntos en la final donde dio una muestra más, de tantas que había dado durante años, que Europa se le quedaba pequeña. La liga la perdió el Real Madrid en el quinto partido en el Palau, un equipo que llegó mermado por las lesiones y al que los árbitros no le "ayudaron" precisamente (las quejas de Aito durante todo el año surtieron efecto en la final para desesperación de todos los aficionados merengues que vieron como se les arrebataba las opciones de poder disputar aquel encuentro)
 
Petrovic era un jugador que se salía de cualquier molde, su llegada a la cima fue meteórica y su adiós fue repentino, cuando estaba en su mejor momento, cuando había derribado muchas barreras en la NBA para los europeos a los que su juego, determinación, talento y carácter había abierto las puertas para todas las generaciones futuras... Petrovic triunfo en la NBA cuando era impensable para un Europeo hacerse un hueco entre los grandes... hoy todo es más fácil gracias a él.

Pero si Petrovic trasciende en el tiempo es por ese aura que le envolvía, por ese magnetismo, por ese poder de atracción que muy pocos jugadores han sido capaces de evocar, de transmitir... esa mirada, esos gestos, esa forma de transmitir pasión, energía, amor por el baloncesto... hubieron muchos grandes jugadores antes y otros muchos después de él, pero si 25 años después de su muerte sigue siendo venerado es porque era diferente a todos los demás. Podrían haberlos con mejores condiciones, con mejor manejo de balón, con mejor tiro, más completos... pero no hubo nadie mejor que él, al menos nadie alcanzó el corazón de tantos aficionados... nos hizo engancharnos al baloncesto, nos transmitió el amor por el deporte de la canasta, queríamos ser como él... un jugador que llegó para romper todos los moldes, todas las barreras, todas las reglas... un revolucionario, un rebelde dispuesto a hacerse un hueco sin renunciar a su naturaleza, a su personalidad, a su forma de ser. Era un jugador adelantado a su tiempo, que llevó su rol al extremo máximo, un jugador que innovó, que cambio la forma de entender el juego en Europa.   
 
 
«En privado era un ángel, en la cancha era un demonio» (Biserka Petrovic)
 
Drazen se transformaba dentro de la pista al más puro estilo Dr Jekyll y Mr Hyde. Una vez pisaba la cancha de baloncesto su mirada se transformaba, su cuerpo entraba en ebullición y su carácter competitivo salía a relucir. Nunca se dio por rendido. El día antes de la final olímpica de 1992 en Barcelona donde su selección, Croacia, se tenía que enfrentar al Dream Team declaro ante los medios que el torneo no se había acabado y que iban a disputar la fina para a final (todo el mundo daba por supuesto que el Dream Team ganaría el Oro, no ese día, era algo que se sabía desde hace meses, desde que se supo que el equipo de los EEUU iba a estar formado por las mayores estrellas de la NBA comandadas por el trío mágico: Magic, Bird y Jordan)... una muestra más de su carácter competitivo.  
 
«¿Mis aficiones? Solo el basket. Es mi vida y es jugando cuando me lo paso realmente bien» (Drazen Petrovic)
 
Para Petrovic la vida comenzaba y acababa en Baloncesto... eso le llevó a practicar y practicar hasta la extenuación cada movimiento, cada gesto técnico, cada lanzamiento, cada pase, cada dribling hasta llegar a dominar el balón como si fuera una parte más de su cuerpo. Ese dominio de balón le permitía encarar a los defensores con confianza, osadía y provocación incluso en algunos casos donde driblaba, se pasaba el balón entre las piernas, por la espalda, a veces incluso parecía bailar en medio de la cancha mientras el rival se volvía loco... y Drazen sacaba su lengua, gesto que tantos niños han imitado en las canchas de baloncesto. Drazen no desfallecía ante ningún obstáculo, su reto era ser el mejor jugador del mundo y en ello pusó todo su empeño, esfuerzo, sacrificio, entrega, compromiso... cuando en la NBA sufrió para hacerse un hueco perfeccionó su lanzamiento exterior ya de por sí excelente... Petrovic no temía a nadie ni a nada, no había nunca miedo en su mirada, su mirada era de ganador, de luchador, de un jugador que creía en él, cuya auto-confianza era ilimitada, sabedor que él era dueño de su destino y que nadie podría interponerse en el camino... aunque los Dioses le tenían reservado un fatídico accidente.
 
«Nunca conocí a nadie tan obsesionado con mejorar y ganar» (Lolo Saiz)
 
 
Mi Primer Idolo del Basquet: DRAZEN PETROVIC,.. ¡¡¡EL INDOMABLE!!!


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