No ha sido un buen año. A veces hay que empezar por decirlo claro, sin rodeos ni excusas. Esta temporada ha sido dura para nuestros equipos Seniors Masculinos A y B. Ha estado llena de altibajos, de momentos en los que parecía que todo era posible… y de otros en los que costaba reconocerse dentro del propio equipo.
Comenzamos el año con cambios. Cambios en el cuerpo técnico, en las plantillas, incorporaciones nuevas… ilusiones renovadas. El Senior A, por momentos, nos hizo soñar. Los resultados acompañaban, se mantenía la esperanza de subir de categoría. Pero algo faltaba. Algo más importante que cualquier esquema táctico o jugada ensayada: el alma del equipo.
Porque sí, se ganaban partidos. El talento individual estaba ahí, y muchas veces fue suficiente para salir con el marcador a favor. Pero un equipo no es solo cinco jugadores en la pista. Un equipo es un todo. Y ese “todo” no terminó de construirse. Faltó unión, faltó compromiso colectivo en los momentos clave. Cuando llegaron las dificultades, el grupo no supo rehacerse. Y es que no hay victoria que valga si no hay unión para celebrarla, ni derrota que duela menos si no hay hombros sobre los que apoyarse.
Se vivieron situaciones tensas. Discusiones, miradas cruzadas, silencios que dicen más que mil palabras. La falta de autocrítica y esa tendencia a buscar culpables fuera, a veces, nos hizo perdernos a nosotros mismos. Y en medio de todo eso, algo todavía más preocupante: la imagen que ofrecimos dentro de la pista no fue la que queremos representar... no somos así, somos un grupo de personas mucho mejores de la imagen que ofrecimos.
Sabemos que se puede ganar o perder, eso forma parte del deporte. Pero hay algo que nunca se puede perder: los valores que nos definen. Hubo comportamientos que no se pueden permitir, actitudes que no tienen cabida en un club como el nuestro. Porque no somos un club cualquiera. Somos un equipo de pueblo, hecho de esfuerzo, ilusión, trabajo y cantera. No buscamos grandes fichajes, no prometemos ascensos ni contratos. Nos nutrimos de lo que tenemos cerca: de nuestra gente, de nuestros jóvenes, de los que sienten este escudo como parte de su historia.
Somos una familia. Y como en todas las familias, puede haber desacuerdos, momentos de tensión, palabras que duelen. Pero hay líneas que no se deben cruzar nunca. El respeto, el compromiso y el compañerismo no son negociables.
Pese a todo, incluso en las temporadas difíciles, hay luces que brillan. Jugadores como Jaume Moñinos, que ha hecho una temporada espectacular, demostrando que tiene madera de líder. O como Sergi Tortosa, que ha sido ejemplo de entrega, de humildad, de saber estar, asumiendo cada rol que se le ha encomendado con profesionalidad y generosidad. También queremos tener muy presentes a quienes, por mala fortuna, no pudieron estar hasta el final. Sergi Soria, con su grave lesión, nos dejó sin un jugador clave, sin un referente. Su ausencia se notó tanto en la pista como fuera de ella.
Y ahora que el curso ha terminado, es momento de mirar al frente. Este verano será tiempo de cambios. Cambios que no serán solo en lo deportivo, sino en lo humano. Vamos a trabajar para acertar, para reconstruir desde la base lo que somos. Queremos dar un nuevo impulso al primer equipo, fortalecer también al Senior B, y sobre todo, renovar la ilusión.
Sabemos que hay materia prima. Sabemos que hay talento, que hay ganas, que hay gente con corazón. Lo que queremos ahora es formar un grupo sólido, cohesionado, que entienda que lo más importante no es ganar, sino pelear juntos. Volver a tener ese equipo que sale a la pista con orgullo, con energía, con la seguridad de que el de al lado va a darlo todo por ti. Volver a sentir que no somos solo jugadores compartiendo camiseta, sino una familia en cada entrenamiento, en cada partido, en cada derrota y en cada victoria.
Y sí, ojalá lleguen los triunfos. Ojalá podamos celebrar ascensos, partidos épicos, tardes de gloria. Pero lo que buscamos va más allá. Queremos que cuando los más pequeños de la cantera nos vean jugar, vean algo que les emocione. Que vean unión, compañerismo, respeto, entrega. Que entiendan que llevar esta camiseta significa algo grande. Que cada pase, cada defensa, cada aplauso desde el banquillo, tiene detrás una historia compartida.
Porque al final, ser parte de este club es pertenecer a algo más grande que uno mismo. Es llevar un escudo que no representa solo a un equipo, sino a todo un pueblo, a toda una comunidad. Y si conseguimos recuperar ese espíritu, entonces sí, estaremos listos para todo lo que venga.
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