El trabajo te lleva lejos, cruzando la frontera, y aunque esta despedida duele, no es un adiós: es un hasta pronto.
Te vas a iniciar una nueva aventura, y desde aquí no podemos más que desearte lo mejor. Porque si alguien se lo merece, eres tú.
Llegaste hace unos años sin haber jugado nunca en categorías federadas. Al principio te costaba entender los sistemas, las tácticas eran un rompecabezas y te veíamos algo (muy) perdido por la pista. Pero desde el primer día dejaste claro que tenías algo que no se entrena: pasión, entrega, y unas ganas inmensas de aprender.
Nunca pusiste una mala cara, ni una queja, ni siquiera cuando los minutos de juego eran escasos o cuando, quizás, no fuimos del todo justos contigo. Tu respuesta siempre fue la misma: trabajar más, entrenar más, mejorar más. Jamás fallabas a un entrenamiento si no era por causa de fuerza mayor. Y cuando el entrenamiento terminaba, ahí seguías: echando unos tiros extra, jugando unos contra unos, buscando siempre crecer.
Tu esfuerzo te llevó a ser una pieza clave en el Senior B, y tu aportación en momentos delicados con el Senior A fue de un compromiso que merece todo nuestro reconocimiento. Siempre estuviste donde el Club te necesitaba.
Queremos agradecerte, de corazón, tu compromiso, tu actitud ejemplar, tu lealtad.
Eres un jugador generoso, un compañero inmejorable, un amigo leal… y también, todo hay que decirlo, un estómago sin fondo capaz de devorar un bocadillo kilométrico y quedarse con hambre.
Has sido fácil de entrenar, aunque a veces nos sacarás de quicio con tus pases sin mirar (perdona pero no eres Magic), tus entradas imposibles donde parecía que cada parte de tu cuerpo iba en una dirección opuesta a las otras (perdona pero no eres Jordan, eres lo más lejano a la estética que he visto) o esas filigranas botando el balón tan tuyas (no, no eres Irving). Pero siempre escuchabas, siempre atendías, siempre querías mejorar. Te ganaste el respeto de todos por tu constancia, tu lucha y tu forma de ser.
No eras el más talentoso, ni el más brillante en nada concreto. Pero eres ese jugador que lo daba todo hasta vaciarse. Y esos jugadores son los que hacen fuerte a un equipo. Los que, aunque pasen desapercibidos en el juego, son imprescindibles en el día a día. Los que te marcan.
Dimas, gracias por tanto. Te deseamos lo mejor en esta nueva etapa y recuerda que aquí, en el CB Oliva, siempre tendrás tu casa. Eres un “blavet” más.
Te esperamos de vuelta, aunque sea para una pachanga y un buen almuerzo.
Sigue tu camino con paso firme, sabiendo que dejas atrás un grupo de compañeros que te acompañarán desde la distancia, orgullosos de haber compartido esta pasión contigo: el baloncesto.
Hasta pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario