El CB Oliva visitaba la pista del principal adversario en la lucha por la primera plaza: el siempre complicado campo de Algemesí. Las nuestras llegaban invictas y las locales con una única derrota, precisamente ante Oliva. La ecuación era sencilla: una victoria nos dejaba la primera posición prácticamente asegurada a falta de dos jornadas, salvo hecatombe planetaria. Pero todas sabíamos que no iba a ser un partido fácil.
El equipo viajaba con bajas sensibles y jugadoras tocadas, y desde el inicio el rival endureció el juego, apretando especialmente sobre nuestras piezas clave. Aun así, arrancamos el encuentro con buen acierto y conseguimos una pequeña renta en el primer periodo (9-16). En el segundo cuarto logramos ampliarla ligeramente con un 9-12 que nos permitió llegar al descanso con un cómodo 18-28. Pero nada es
taba decidido. El partido, ya de por sí demasiado duro por la permisividad arbitral, fue subiendo de tono hasta convertirse en un choque extremo en ambos lados de la pista. Las jugadoras se calentaron, se dejó de jugar a baloncesto y la pista se transformó en un campo de batalla, una prueba de supervivencia. En esas aguas sabemos que solemos salir perdiendo: cuando jugamos a baloncesto, las cosas fluyen; cuando caemos en provocaciones y entramos en la guerra subterránea, no. Algemesí aprovechó ese contexto para recortar la diferencia hasta igualar el marcador al inicio del último periodo (42-42). Sin embargo, cuando peor pintaba todo, el equipo reaccionó. Sacamos orgullo, carácter, y con firmeza encadenamos un parcial de 2-11 que nos dio aire para encarar los últimos minutos. Las locales apretaron con un 4-0 final, pero no fue suficiente.
Victoria sufrida por 48-53 que nos deja en una posición privilegiada: dependemos de nosotras mismas. Toca seguir creciendo día a día; lo hecho hasta ahora no basta para afrontar la segunda fase a partir de enero. Disfrutemos del momento, pero sin conformarnos.

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