Recibíamos al líder invicto de la liga y lo hacíamos con la ilusión de dar la campanada. Una ilusión que se fue acrecentando en la primera parte donde les jugamos de tú a tú, de igual a igual, con intensidad, velocidad, agresividad, con acierto desde el tiro exterior, con valentía para encarar la canasta a pesar de la inferioridad física en tamaño y envergadura. Fue una primera mitad excelsa en cuanto a coraje y garra con la que llegamos al descanso con un esperanzador 39-39. Había argumentos para soñar con esa victoria que parecía improbable... pero llegó la segunda parte y el rival destrozo todo atisbo de esperanza. Nos destrozaron con su juego de pases, su circulación de balón y su lectura de juego, machacando desde dentro y desde fuera mientras nosotros nos diluimos como un azucarillo en una taza de café... y es ahí cuando comprendes porque van invictos en Liga a pesar de ser jugadores muchos de ellos con 50 años a sus espaldas. El básquet es un juego de cabeza, de mente, de saber qué hacer y cuando hacerlo y ahí a nosotros nos queda mucho por aprender y ellos van sobrados de experiencia y saber estar no perdiendo la calma en ningún momento. La semana que viene en casa jugamos contra Onil, un partido clave para lograr la segunda posición de la liga que nos daría acceso a subir a Nacional. Esperamos el apoyo de toda nuestra afición.
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