El balón al aire fue el disparo que dio comienzo a una batalla que, al principio, parecía un duelo de esgrima: ágil, elegante, con ataques limpios y réplicas precisas. El marcador avanzaba parejo, 6-6, y en cada ofensiva de Oliva emergía la figura de Evile, certera y letal, autora de las tres primeras canastas visitantes (acabaría con 22 puntos).
El primer cuarto fue un intercambio de golpes sin heridas graves, con las locales de Xàbia marcando el compás y cerrando el acto con un 17-14. En el segundo periodo, la contienda comenzó a mostrar los dientes de ambos equipos. Las defensas subieron el tono, el contacto se convirtió en norma y la permisividad arbitral fue el silencio que permitió que el ruido del cuerpo a cuerpo dominara el aire. El descanso llegó con las locales por delante, 29-24, pero ya se intuía que la batalla aún guardaba su clímax.
El tercer cuarto fue el giro en la trama, el punto donde la lucha se tornó guerra abierta. Xàbia tomó aire y se alejó con un 33-26, pero ese instante de dominio fue el rugido previo al contraataque. El Oliva sostenido por una defensa de acero, lanzó su asalto definitivo: un parcial de 8-20 que cambió el curso del enfrentamiento y dejó el marcador en 37-44 al final del periodo. Los visitantes habían tomado el fortín.
En el último acto, la batalla se convirtió en resistencia. Oliva tuvo la oportunidad de sentenciar, de clavar su estandarte en tierra enemiga, pero la pólvora se humedeció y los errores dieron oxígeno a un Xàbia que, con orgullo y empuje, se negó a rendirse. Las locales siguieron disparando hasta el último segundo, buscando una grieta, una rendija por donde colarse. Pero el tiempo, aliado del visitante, corrió implacable hasta sellar la victoria: 47-53.
El sonido final de la bocina no fue sólo el cierre del partido: fue el eco de una batalla ganada con sudor, temple y coraje. El CB Oliva Activa’t Oliva no sólo conquistó el marcador, conquistó el pulso de una tarde donde el baloncesto se vivió como una guerra de nervios, músculo y corazón.
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