Sergio Scariolo (Brescia, 1961) es el técnico escogido para recuperar la esencia del Baskonia, un club singular. Regresa a la que fue su casa tras un brillante paso por la selección y dos experiencias agridulces en Moscú y Milán. Tiene las ideas claras: la clave pasa por configurar un plantel que reúna el carácter suficiente para afrontar sin excusas la complicada empresa de plantar cara a Madrid y Barça.
Pregunta. ¿Cuál es la motivación que, tras 14 años, provoca la vuelta a Vitoria?
Respuesta. La necesidad que sentía de poder ir a un club en el que el técnico pueda de verdad tener una preocupación normal con respecto a todo lo que está fuera del juego. Quería poder centrarme casi exclusivamente en lo deportivo. Y luego, ir a una ciudad en la que la pasión por el baloncesto se respire en cada rincón.
P. Parece que Scariolo necesitaba encontrar al Baskonia y que el Baskonia necesitaba encontrar a Sergio.
R. Sólo puedo hablar por mí. Me alaba que una directiva objetivamente competente como la del Baskonia piense que yo pueda tener las cualidades para hacer un buen trabajo. Necesitaba encontrar un club como este y, para decir la verdad, también ha primado lo vivido aquí. Sabes lo que hay.
P. Tenía ofertas de otros equipos, pero tras dos experiencias en clubes con más dinero que cordura ¿busca otro modelo más puro?
R. La memoria funciona a corto plazo en el deporte. En Rusia, un título de Copa, dos subcampeonatos de Liga, uno de Eurocup... Son buenos resultados. Y en Italia, la primera temporada en la Lega fue buena. Es cierto que las últimas temporadas en ambos casos han sido regulares. La primera decidí marcharme a mitad de temporada y en esta no he conseguido los resultados. Es así.
P. ¿Entonces qué falló y cree que no fallará en Vitoria?
R. Hay algo fundamental: el momento de la construcción del equipo tiene un peso decisivo. A nivel de alma, a nivel de lo que de verdad mueve un equipo, todo se logra en verano. Y creo que la razón por la que este año en Milán fue como fue tiene que ver con eso.
Nunca llegamos a encontrar el alma que se necesita. Construir esto no es fácil. La edad media de los jugadores de calidad baja mucho, porque cuando maduran se los lleva el CSKA de turno o la NBA. También influye el tema de las nacionalidades. Cuando llegué a Vitoria, la mayoría de la plantilla eran nacionales. Ahora hay muchos jugadores nuevos, jóvenes y de diferentes culturas. Es vital la labor de construcción. No es sólo cuestión de números, ni de vídeos. No sólo de cómo uno es, sino también de cómo funcionan junto al otro. Confío en el acierto que siempre tuvo el club.
P. Habla de la relevancia de mantener una identidad, y en cierta medida el Baskonia siempre ha sido fiel a una filosofía que, sin embargo, se ha diluido. ¿Es consciente de que llega en un momento que toca recuperarla?
R. Todos o la mayoría de los que se hacen una opinión tienen las gafas de los resultados puestas. Si eres el Obradoiro, celebras un octavo puesto y si eres el Unicaja, te desesperas por un noveno. Hay que ser muy claros con la gente, lo que no conlleva que falte ambición, ilusión o deseo de superar las expectativas. Este es un momento crítico para el baloncesto español por la situación general del país. El Baskonia no es ajeno. El tema de lo que transmite el equipo, de su capacidad de comulgar con la afición, eso sí es una obligación. Siempre lo fue.
P. Lo que dice en Vitoria se entiende bien. Sin embargo, sin ser malos los resultados, existe cierta desconexión entre la grada y el equipo. ¿Falta de carácter?
R. Históricamente, sí hay un entrenador que se ha caracterizado por transmitir este carácter a los jugadores, y en este club, ha sido Ivanovic. Creo que el foco debe apuntar también a los jugadores. Si hablamos, como dices, de que nuestro objetivo es recuperar ese espíritu, debemos conseguir que los jugadores recuperen valores de otro tiempo.
Al jugador actual le falta autoexigencia. Vivimos en la cultura de la excusa, de bajar los brazos, de no superar el momento complicado, de no poder asumir una bronca.
Creo que nuestro criterio debe fijarse en buscar este tipo de jugadores, aun a costa de que a lo mejor la calidad sea un pelín más baja. Hay que dar un peso importante a las cualidades morales, a la personalidad y al carácter.
P. ¿Es consciente de que por la política de superviviencia del Baskonia, jugadores básicos como Nemanja o San Emeterio pueden tener que salir para obtener liquidez?
R. Está claro que esta es la realidad del momento y que hay que entenderlo, no sólo yo, sino todos, y no pararse demasiado tiempo a llorar. La idiosincrasia de este club siempre fue esa. El problema es que el mundo del baloncesto ha evolucionado mucho y ahora hay muchos equipos que tienen más información y acceso a jugadores jóvenes con potencial, algo en lo que el Baskonia fue pionero. No es cuestión de elegir uno u otro, sino sobre todo de elegir el colectivo bien. Porque el Baskonia del pasado año tenía mucha calidad pero quizá no como bloque.
P. ¿Se puede seguir compitiendo con Madrid y Barça, tal y como se ha abierto la brecha presupuestaria?
R. Cuando llegué a España hace 16 años, el Madrid y el Barça siempre estaban ahí, pero las distancias eran mucho menores. Eso no quita que no exista un margen para poder competir. Surge un Gran Canaria que supera al Baskonia, un CAI que bate al Valencia o un Olympiacos que se impone al CSKA o Madrid. No son muchísimos los ejemplos, pero existe ese margen. Obviamente depende de que tú lo hagas bien y de los errores ajenos.
P. En final ACB se ha hablado mucho del choque de estilos entre Pascual y Laso. Hay quien dice que la victoria del Madrid es positiva para el baloncesto.
R. Los estilos los marcan los jugadores que tienes. No estoy convencido al cien por cien que haya tanto margen para un entrenador. Ha sido una final bonita, muy disputada, incluso más de lo que podía esperarse. Mirando al global del año, el Madrid es un justo campeón. Hay muchos caminos para llegar al éxito y todo se mirá según los resultados. Sacamos conclusiones porque las cosas han terminado así, pero dos canastas a un lado en lugar de al otro cambiarían el discurso. Las definiciones tajantes no me convencen.
P. Hablaba antes de los jóvenes. Felipe ha sido MVP, Jasikevicius sostuvo al Barça y vemos dominar a veteranos como Spanoulis, Diamantidis, Navarro, Duncan... ¿No hay relevos?
R. Hay mucho talento, técnico y atlético, en las generaciones posteriores. Pero la madurez tiene un peso y aprender a estar en los momentos importantes es algo que se adquiere con la experiencia. Conclusión: hay que tener paciencia con los jugadores.
P. Usted conoce bien a Felipe, pero ¿le sorprende su MVP?
R. Estoy muy feliz por él. Se lo merece por el corazón que pone y por enseñar cómo se superan las limitaciones. Con dos metros jugar por encima de gente de 2,15 no se logra sólo por corazón, sino también por inteligencia y conocimiento. Su colocación o su capacidad para usar su cuerpo son cosas que se aprenden, pero que se llevan dentro. Ese sí es un buen mensaje para los jóvenes. No creo que un MVP de 33 años suponga un mensaje negativo para el baloncesto si se sabe ver porqué lo es.
P. Además de usted, este verano van a faltar otros muchos a la cita con la selección. ¿Cómo contempla el próximo Eurobasket?
R. En todas las selecciones hay muchas bajas. Imposible hacer valoraciones. Por haber vivido dentro de la FEB durante cuatro años y mantener todavía el contacto, es que la ambición y la capacidad de dar el máximo no dudo ni un segundo de que volveremos a verla. Es un valor añadido que en los últimos años se ha adquirido. Ninguna otra selección lo tiene.
P. El Mundial de España se contempla como la última gran ocasión de sumar medalla para la generación dorada. ¿Habrá relevo para Pau, Navarro y compañía?
R. Va a ser muy complicado que pueda repetirse otra generación como esta. No es realista pensar que vaya a haber otra. Ahora bien, todo este patrimonio de mentalidad y también de talento que existe en jugadores que aún son jóvenes y otros que están cerca de entrar será suficiente para competir siempre, para estar peleando por las medallas. Eso lo doy por supuesto.