Nunca he sido un fan del Atletismo... como tampoco lo he sido de otros muchos deportes como el tenis, la natación, el bádminton, el ciclismo y muchos otros deportes... pero a pesar de eso hay deportistas que son capaces de engancharte a la televisión y cada vez que participan en un evento a pesar de que el deporte en sí no te atrae su figura tiene un magnetismo que te hace verlo y sentirlo como algo propio... A mi con quien más me pasa es con Rafa Nadal, lo veo competir, luchar, resistir, superarse... ver ese despliegue de energía, concentración, esa mirada llena de convicción, de fe, de ganador y por muy mal que juegue un partido me tiene atrapado... me pasaba lo mismo con la figura de Indurain e incluso con Pantani en el ciclismo... me pasa con Mireia Belmonte o Michael Phelps en natación (aunque esté último no me caía demasiado bien y esperaba a que fuera derrotado)... en Atletismo también me ha pasado con algunos atletas... con Michael Jhonson en las pruebas de 200 y 400 metros... con Bekele en las medias distancias... y en los últimos años con Usaint Bolt... un deportista diferente a todos los demás pero con algo común a ellos: su apetito de gloria, su voracidad a la hora de competir... porque no nos engañemos, tras esa máscara alegre, tras ese show que monta antes de cada carrera, tras esa sonrisa de niño, tras todos sus juegos, bailes, carasas se esconde uno de los mayores competidores de la historia del deporte... uno no gana tanto y durante tanto tiempo sin entrenar duro, sin ser un profesional, sin dejarse el alma en la pista de entrenamiento, sin sufrimiento... porque a veces parecía que ganaba sin esforzarse, como el que va a la oficina cada día... demostraba tal superioridad que nos pensábamos que era extraterrestre, alguien venido de otro mundo, un Dios griego bajado de los cielos... y caímos en el error de olvidar que no, que no era nada de eso... que era un ser humano, de carne y hueso como todos nosotros... sí, con un talento y unas condiciones genéticas excepcionales pero que sin mucho trabajo, esfuerzo, sacrificio, lucha, entrega y voracidad competitiva no hubiera ganado tanto tantas veces y no se hubiera convertido en el mejor atleta de todos los tiempos en cuanto a velocidad hablamos... pero lo que quedará en la memoria de aquellos que tuvimos el privilegio de verlo competir no son sus records que parecen inalcanzables a día de hoy, ni sus marcas, ni su medallero... nos quedará esa imagen de superioridad, ese aura de ser invencible, ese magnetismo que nos hacía enfocar la mirada solo en su figura olvidando todo lo que le rodeaba... y eso se manifestó más que nunca en su despedida... el día que perdió... el día que fue superado no por 1, sino por 2 corredores en la línea de meta... mientras hubo 2 corredores que fueron más rápidos que él todas las miradas estuvieron enfocadas desde el principio hasta el final en Bolt, en nadie más... nadie vio que Gatlin ganó hasta que se vio en la pantalla porque todos tenían los ojos puestos en otra figura... en la figura más importante del atletismo... en Bolt... Gatlin gano el oro, pero todos los focos fueron para Bolt y así, incluso el propio Gatlin arrodillándose ante su figura lo reconoció... la corona se la llevaba Gatlin pero a sabiendas de que el trono pertenece a Bolt para la posteridad... y es que en ocasiones la grandeza de un deportista no se mide en la acumulación de triunfos, a veces importa mucho más la forma de lograrlos... y la forma en que alcanzas el corazón y las almas de las personas... Bolt ha sido una gran figura del Atletismo, pero al igual que Jordan traspaso al baloncesto o Alí al boxeo, Bolt ha traspasado al atletismo para ser un ícono mundial... puede que no te guste el atletismo pero no puede no engancharte Bolt...
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