En una sociedad en la que todos nos auto-convertimos en expertos, sin necesidad de serlo, sin necesidad de que nadie me confiera este parabién, sin necesidad de tener datos que lo sustenten, hay cosas que dejan de ser opinables y se convierten en reales, como son los años de oficio, los éxitos conseguidos.
Siempre habrá alguno dispuesto a criticar a los que más saben. Si de deporte hablamos, hay tantos entrenadores potenciales como seguidores de un deporte. Es admirable la facilidad con la que nos ponemos en el papel de coach y decimos: “no tiene ni idea”, “a ver si le echan”, “no sabe a qué juega”. Si es al que adjetivamos es una de los grandes, no deja de resultarme sorprenderte y hasta doloroso. El ejemplo de moda en baloncesto es Ettore Messina. Con el paso de los años ha ido acumulando victorias, títulos, premios…y respeto.
El respeto no es algo que se pueda perder de un día para otro, pero es cierto que cuesta más ganarlo que perderlo.
Para juzgar la labor de un experto se debería al menos tener un nivel de excelencia adecuado sobre la labor que realiza el que es juzgado. No suele ocurrir. Todos opinamos de todo, sin necesidad de tener datos, sin saber bien ni que ocurre, ni que justifica lo que realmente está ocurriendo.
Cuando alguien ha alcanzado la maestría en una faceta, es muy difícil ponerse a su altura, es inviable departir de tu a tú con él sobre la materia que le ha encumbrado. Los mejores en algo se convierten así en solitarios en el debate. Un amigo me hablaba de lo los velos que vamos derrumbando cuando avanzamos por la senda del conocimiento. Llegas a un momento en el que te crees que lo sabes todo pues hay un velo delante de ti que no te deja ver más allá, que no te permite pensar que hay un más allá. Pero cuando llegas justo a él cae y deja delante de ti un terreno inexplorado, difícil, pero previsiblemente sugerente de recorrer. Si te enfrentas al reto, tarde o temprano te encuentras de frente con un nuevo velo…y la historia se repite. Pero, ¿cómo juzgar al que va varios velos por delante de ti…y de casi todos? De casi todos, pues los mejores en algo suelen ser pocos, deben ser pocos, por definición. Pero claro, quién decide que son los mejores. Debemos acudir a criterios objetivos. Lo subjetivo debe quede en segundo plano.
Cuatro Euroligas, con tres subcampeonatos, cuatro LEGAS y múltiples títulos más no dejan lugar a la duda: Ettore Messina es uno de los grandes, si hablamos de baloncesto, de gestionar grupos, de enfrentarse a retos, de ponerse metas, de liderazgo. Pero parece que ahora se generan dudas sobre su competencia. Tú puedes llevar toda la vida haciendo algo y eso no te convierte en bueno. No es lo que haces, sino como lo haces. No es lo que persigues, sino lo que consigues. Y esto no debería ser (¡no es!) opinable. “Hay un respeto que no da la edad, sino lo que has hecho en la vida” decía hace poco Ettore Messina. Pues señores, él se lo ha ganado… ¡que nadie se lo quite!
Me da que esos con los que ahora se le compara todavía tienen un camino que recorrer que el entrenador del Real Madrid ya ha recorrido. La ACB es nueva para él, el baloncesto no, las exigencias de la competición y de tener que luchar a la fuerza por ser el mejor, tampoco. Tengamos paciencia, respetemos, escuchemos y disfrutemos de tenerle con nosotros.
Por Juan José Hernández Liras
Entrenador Superior Baloncesto
Entrenador Superior Baloncesto
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