miércoles, 20 de agosto de 2025

🏀 Los que no anotan el tiro ganador, pero siempre están ahí: el alma invisible del baloncesto


En las crónicas del baloncesto, el foco siempre apunta al que mete el triple decisivo, al que firma un mate espectacular, al que levanta el trofeo bajo una lluvia de confeti. Se celebran los MVP, los máximos anotadores, los que acaban en la foto del campeonato. Pero en ese retrato faltan muchos rostros. Rostros esenciales. Rostros que también lo dan todo, aunque nunca salgan en portada.


Hablamos de esos jugadores que no hacen ruido. Que no lideran las estadísticas, pero sí el compromiso. Los que llegan antes al entrenamiento y se van los últimos. Los que en cada sesión defienden con el alma, hacen bloqueos sin gloria, corren a tapar ayudas, se tiran al suelo por un balón perdido como si fuera el último. Jugadores que no buscan aplausos, pero son los que sostienen al equipo cuando nadie más puede.


Están también los que se recuperan a contrarreloj de una lesión porque saben que su equipo los necesita. Los que entrenan tocados, los que no fallan aunque el tobillo duela o el corazón pese. Los que, con problemas personales, con días difíciles fuera de la pista, siguen entrenando, siguen dando asistencias, siguen animando desde el banquillo si no pueden jugar.


En cada equipo de cantera, en cada liga local, en cada pabellón semivacío de categorías inferiores o sénior, hay jugadores que sacrifican fines de semana, vacaciones, cenas familiares, descansos... solo por seguir compitiendo. Por amor al baloncesto. Por algo que no se ve, pero que se siente en cada pase, en cada defensa, en cada ayuda.


No ganan premios. A veces, ni minutos. Pero tienen algo que no se entrena: una pasión pura, desinteresada. Son líderes silenciosos. Pegamento del vestuario. Sostén emocional de un deporte que, sin ellos, perdería su esencia.


Porque el baloncesto no vive solo de highlights ni de títulos. Vive de los que no se rinden. De los que saben que ser parte del equipo vale más que cualquier estadística individual. Vive en esos jugadores que entienden que su mayor victoria no está en el marcador, sino en seguir haciéndolo con el alma, cada día, aunque nadie mire.


A ellos, los que no salen en la foto del título, pero están en todas las batallas, este editorial les pertenece.