Nuestros pequeños volvían a jugar de nuevo, cada día lo van haciendo mejor y se ve un gran progreso en todos ellos... se les vio jugar con mucha energía, con muchas ganas, dándolo todo, no dejando de correr en ningún momento y no dejando de intentarlo durante cada segundo del partido... fallaron muchas canastas, pero no se desanimaron y volvían a intentarlo una y otra vez, sin agachar la cabeza, con la esperanza e ilusión que a la siguiente oportunidad llegaría la recompensa a tanto esfuerzo... y así fue, al final acabaron llegando las canastas que les sacaba esa sonrisa en la cara que ilumina y nos deslumbra por su naturalidad, su inocencia, su belleza... la semana pasada se perdió y dijimos que el resultado era lo de menos, esta semana se gana y seguimos diciendo que es lo menos importante... porque viéndoles reír y disfrutar de este juego no se les puede pedir más... es el mayor premio posible: es el deporte en su estado más puro.
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