Ayer se cumplieron 20 años del debut de Juan Carlos Navarro en el primer equipo del Barça... desde entonces ha estado en la élite del baloncesto nacional e internacional... se han visto pocos jugadores con el talento de "la Bomba"... su irrupción fue mágica, un soplo de aire fresco, un jugador único en su especie... desde sus inicios demostró ser un jugador con descaro, sin miedo a nada ni nadie... y desde el principio se gano el cariño de la gente... "Salí nervioso, aunque en la pista ya no pasa nada. Había que darlo todo y disfrutar. Las cosas me salieron bien y empecé a escuchar mi nombre. Quizás fue porque era un jugador con desparpajo y nuevo para todo el mundo. La verdad es que fue muy bonito y me emocioné. Muy contento por cómo salió, los compañeros ayudaron mucho"... anotó 10 puntos, cogió 2 rebotes, dio una asistencia y recuperó un balón... era el principio de una carrera que se convertiría en leyenda...
Navarro nos trajo algo diferente... rompió los estereotipos del baloncesto de la época, a él le gustaba hacer cosas diferentes, que se salían del guion, imprevisible para rivales e incluso para los propios compañeros y entrenador... un jugador que jugaba por el placer de jugar... un jugador fuera de todo esquema cuadriculado, homogéneo... él rompía los sistemas, era valiente y le gustaba jugársela, como a cualquier niño con un balón en las manos que lo que busca es ir a tirar a canasta... él era igual, era un niño jugando entre profesionales y no les tenía miedo a ninguno de ellos... y a pesar de los reveses, porque los hubo, no dejó de creer en si mismo, en su juego, en su forma de ser... ayer 20 años después de su debut recibió un justo y merecido homenaje... un homenaje a uno de los jugadores más importantes del baloncesto español, a uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos, quizás al más talentoso de todos ellos. Un jugador que representa como nadie aquella generación que llegó rompiendo barreras, que cambió la mentalidad del deporte en España... una generación que nos hizo ver que nada era imposible, que con talento, trabajo y confianza en ellos mismos podían conquistar cotas nunca antes imaginadas, cumplir en realidad los sueños de muchos... Navarro (y Raül López) eran los máximos estandartes de esa nueva generación que jugaban con una sonrisa en la cara, la sonrisa de los jugones, de los que se saben buenos, de los que tienen la confianza y certeza de que van a ser más que unos buenos jugadores... convencidos de que van a marcar la diferencia, de que son distintos... y así ha sido.
Enhorabuena a Navarro por sus 20 años en lo más alto... y gracias por todos los momentos que nos has hecho disfrutar del baloncesto (sobretodo con la selección, porque con la camiseta blaugrana más que disfrutar me has hecho sufrir mucho)
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