"Hoy hay 450 puestos disponibles en las plantillas de la NBA. La población en EE.UU. según el censo de 2000 es de 281 millones de personas. Eso quiere decir que, para conseguir llegar allí, tienes que ser casi literalmente uno entre un millón".
Esas son las palabras con las que se abre el documental sobre Lenny Cooke estrenado este fin de semana en EE.UU., pronunciadas en julio de 2001 por un entrenador al que un joven de 19 años escucha con una expresión de rotunda confianza y seguridad en sí mismo. Aquel chaval oriundo de Brooklyn no tenía ninguna duda de que estaría en ese selecto club. Los medios hablaban de él como el próximo Kobe Bryant y algunos, incluso, lo situaban por encima no sólo de Carmelo Anthony o Amar'e Stoudemire, sino también de LeBron James. Aspiraba a ser una leyenda.
Lenny Cooke lo tuvo en sus manos. Y se quedó en el camino.
Las imágenes de la obra muestran a un jugador superlativo, un portento físico que, siendo un hijo del Lower East Side neoyorquino, más centrado en las amistades peligrosas y en la vida callejera que en desarrollar sus habilidades, guarda celosamente su momento de llamar a las puertas de la NBA. Su talento era abrumador, con promedios de 30 puntos y 15 rebotes en La Salle Academy durante la temporada 1999-2000 que le llevaron a ser proclamado el mejor jugador del Adidas ABCD Camp.
Nadie podía imaginar que allí mismo, un año después, sus sueños empezarían a quebrarse.
A esa tierna edad, Cooke, un atleta privilegiado, apuesto y con un hijo de un año a cuestas, ya pasea por su antiguo barrio con un periodista de ESPN al que hablaba de su intención de construir un cine y un gimnasio en esa zona cuando firmase con un equipo de la NBA. Junto a sus amigos, observa el draft de 2001 en el que Kwame Brown se convierte en el primer jugador que es elegido en el número uno directamente desde el instituto. En ese momento, sus ojos se iluminan. Se ve reflejado.
"Eres millonario ya con 18 años. No te preocupes de nada de lo que te digan, eres el número uno del draft", dice Cooke dirigiéndose a la pantalla mientras ve cómo Brown explica su decisión mientras se coloca la gorra de los Wizards. En aquel espejo veía una fácil salida a sus problemas con los estudios.
Tres de los cuatro primeros nombres de ese draft no habían pasado por la universidad (Tyson Chandler y Eddy Curry, siendo Pau Gasol el número 3), lo cual originó una gran polémica.
"En el momento en el que Brown fue elegido en el número uno, este juego se ha acabado. Hemos roto la barrera, señor Stern. No podemos defender estas situaciones, no podemos permitirlo", sostieneSonny Vaccaro, exresponsable de marketing de Nike y fundador del campus ABCD.
En 2006 se cambiaron las reglas y se prohibió la entrada en la NBA a jugadores directamente desde el instituto.
"No se les evalúa en función de si están preparados, sino por su potencial y lo que pueden alcanzar. Los puedes comprar. No es mucho más diferente que la esclavitud. Compras el que mejor aspecto tiene y si lo consiguen, bien. Si no, compras otro", asegura el técnico universitario Mike Jarvis.
Cooke era vago y arrogante, como prácticamente cualquier adolescente con un don en sus manos. En el documental, las cámaras le siguen hasta el Nike Training Camp, al que llega tarde y donde no tiene reparos en hacer caso omiso a las indicaciones de sus técnicos. No acepta las responsabilidades que conlleva su presencia allí, como el hecho de despertarse a las 7 de la mañana. A pesar de ello, deslumbra a todos los allí presentes con su calidad.
Era "el elegido". Había cimentado su fama haciendo frente a rivales como James y Anthony -dos años menores que él- en prestigiosos campus de verano, tratando de erigirse a lo más alto de los ránkings nacionales. Pero su fulgurante ascenso iba a toparse con una fuerza irresistible: LeBron James.
En la final del ABCD Camp de 2001, Cooke arrancó con una preciosa serie de crossovers antes de anotar una gran suspensión frente a James, pero éste reaccionó echándose a su equipo a la espalda, neutralizando cualquier acción de su rival y anotando el triple de la victoria frente a decenas de entrenadores, scouts y periodistas.
Ahí comenzó el hundimiento de Cooke.
"Fue el momento que simbolizó el comienzo de LeBron y la caída de Cooke. Tumbó a Lenny en su propio campo. Se puede decir que fue sólo un tiro, un partido, pero en cierta manera, Lenny nunca se recuperó", afirma Vaccaro.
El documental realizado por Josh y Benny Safdie examina el fenómeno de esa estrella emergente y carismática, que se apagó antes de tiempo por las circunstancias que le rodearon, su inmadurez, su nula ética de trabajo y la excesiva dependencia en su propio talento, sin atender los consejos de quienes le pedían una mayor humildad y una mayor dedicación.
Con 19 años, Cooke había deslumbrado al país con sus facultades, pero perdió accidentalmente la opción de seguir jugando en high school por haber alcanzado la edad límite. Sus padres se habían trasladado a Virginia cuando era un adolescente. La única persona a la que escuchaba Cooke, la tutora que se hizo cargo de él, tampoco logró que entrara en razón. El joven aceptó regalos (un Mercedes nuevo) y dinero de un agente (350.000 dólares) justo antes de irse a Flint (Michigan), atraído por las falsas promesas de equipos profesionales interesados en él.
Su entorno le fue fagocitando poco a poco, dejó de asistir a las clases para llegar a la universidad y cada vez se mostraba más convencido de que estaba preparado para dar el paso a la NBA directamente, por lo que decidió presentarse al draft de 2002 después de haber pasado 18 meses sin jugar baloncesto organizado.
Se ejercitó por su propia cuenta y anunció su firme decisión de presentarse al sorteo universitario en una rueda de prensa celebrada en el restaurante Junior, de Brooklyn, a la que asistieron unos pocos periodistas.
Su nombre nunca se mencionó en aquel draft.
Cuando sus aspiraciones se difuminan, se ve forzado a emprender una aventura por ligas menores como la USBL, ABA, CBA y la NBDL, y a hacer escalas en China, Dinamarca, Filipinas y Brasil, entre otros países, en busca de pequeños contratos. Logró disputar la Summer League con Seattle SuperSonics y Boston Celtics, donde tuvo ocasión de volver a medirse a James, por entonces en las filas de Cleveland. Sin embargo, Cooke no jugó un solo minuto aquel día. Después, sufrió unaccidente de tráfico -a punto estuvo de que le amputaran una pierna- que puso fin a cualquier esperanza por alcanzar su meta y que le postró en una silla de ruedas durante un año.
Josh y Benny Safdie, casi una década después, encontraron a Cooke desempleado, viviendo con su pareja y sus hijos en una zona rural de Virginia, celebrando su 30 cumpleaños en una fiesta muy humilde. Cooke, muy pasado de peso, bebe cerveza y canta a su pareja, que no puede contener las lágrimas. Su rostro refleja la tristeza de todo aquello que tuvieron en la punta de los dedos y nunca lograron alcanzar. Al día siguiente, Cooke se levanta y echa unas canastas con sus amigos del Lower East Side. Encadena canasta tras canasta y allí encuentra su felicidad, a pesar de los fantasmas de un pasado que le perseguirá toda su vida.
"Empecé con nada y ahora vuelvo a no tener nada".
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