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domingo, 24 de marzo de 2013

Entrevista Aíto tras su experiencia Olimpica


A sus 61 años y con una plata olímpica de la que no hace ostentación, Aíto García Reneses acaba de iniciar en Málaga una nueva etapa en su larga y exitosa carrera. El mejor técnico español, el seleccionador más pasajero revive su experiencia al frente de la mejor España de la historia.Aíto García Reneses, durante un entrenamiento con el Unicaja. EFE

¿Su breve experiencia como seleccionador se puede equiparar a un matrimonio de conveniencia perfecto?

No sé si se puede calificar así; lo que sucede es que aún tenemos la imagen de Antonio Díaz Miguel, que estuvo muchísimos años en el cargo. Pero no tiene por qué ser así y, de hecho, en la mayoría de ocasiones, no lo es. Un seleccionador puede ser contratado para un evento puntual.
¿Usted tenía claro desde el principio que sería seleccionador solo durante los Juegos de Pekín? 
No, no tuve tiempo ni de pensarlo. Cuando finalicé mi etapa en la Penya, empecé con la selección y me centré tanto en ello que apenas pude hacer vida al margen de la selección. 
Pero Unicaja ya había contactado con usted. Y el presidente de la Federación también lo sabía.
Efectivamente, Unicaja se había puesto en contacto conmigo, pero no habíamos cerrado nada. Entonces, llegó la Federación y la negociación con Unicaja quedó interrumpida. 
¿Tiene ventajas entrenar para un evento tan puntual?
No sé si tiene ventajas o no. Creo que hay momentos de la vida en los que puedes pensar que es importante ser seleccionador durante un periodo largo de tiempo, aunque eso suponga no entrenar a diario, porque es bueno para tu carrera. Y otros, en los que prefieres tener un contacto más continuado con tu trabajo. 
Con el currículum que usted tiene, ¿consideraba que aún le faltaba ser seleccionador?
No lo había pensado nunca. Lo pensé cuando me lo ofrecieron y me apeteció mucho entonces. Antes, no lo había hecho, porque es perder el tiempo pensar en algo que pueden no ofrecerte nunca.
Pero su nombre había sonado en más de una ocasión y las probabilidades eran más altas que en otros casos.
Nunca hago el esfuerzo de pensar en quinielas. No me importa demasiado el futuro. Me concentro en lo que hago en cada momento. Es como en la cancha: si piensas en el siguiente partido, no te clasificarás para el que tienes.
Usted puede permitírselo: con todo lo que ha logrado, sabe que nunca le faltarán ofertas.
Probablemente sea eso, una cuestión de seguridad. No tengo el problema de un futuro incierto: si entreno, bien, y si no, también. Eso es algo que no me pasaba hace 30 años.

¿La Federación le necesitaba más a usted que usted a la selección?
No lo sé y tampoco me parece relevante. El presidente y la Federación querían que yo fuera el seleccionador y yo quería serlo porque en ese momento me apetecía mucho. 
Luego sí podríamos hablar de matrimonio de conveniencia. 
Bien, si se mira desde esa perspectiva...
¿Le apeteció probar con la selección porque el proyecto de la Penya estaba agotado?
Agotado, no. Tomé la decisión después de una reflexión surgida a raíz de mi larga etapa en el Barça. Considero que es menos problemático hacer 
estancias más cortas. 

¿Se quedó con regusto amargo de su etapa en el Barça?
No, regusto amargo, no. Mi recuerdo es magnífico. Otra cosa es cómo lo interpretaron otros. Pero fue una etapa estupenda, en la que el Barça pasó de no tener casi ninguna Liga a enlazar unas cuantas y a consolidarse entre los grandes de Europa. 
Vaya, una cuestión del famoso entorno, que diría Johan Cruyff.

Cierto. No tenía por qué existir esta percepción, pero aquí aún no estamos acostumbrados, como sucede en las universidades estadounidenses, por ejemplo, a que un entrenador permanezca mucho tiempo en el mismo equipo. Allí viven felices porque no les recriminan constantemente, aunque no gane cada año. 

¿Le costó asumir que esta selección se autogestiona en varios aspectos?
No creo que se autogestione. Otra cosa es que tuvieran unos hábitos determinados que no se pueden cambiar radicalmente. Esa es la filosofía que aplicamos al llegar: aceptamos lo que tenían e intentamos mejorarlo.
¿Qué aspectos marcó como irrenunciables?
Para mí, era irrenunciable el trabajo en la cancha y eso lo cumplieron irreprochablemente.

P¿La Federación le necesitaba más a usted que usted a la selección?
No lo sé y tampoco me parece relevante. El presidente y la Federación querían que yo fuera el seleccionador y yo quería serlo porque en ese momento me apetecía mucho. 
Luego sí podríamos hablar de matrimonio de conveniencia. 
Bien, si se mira desde esa perspectiva...
¿Le apeteció probar con la selección porque el proyecto de la Penya estaba agotado?
Agotado, no. Tomé la decisión después de una reflexión surgida a raíz de mi larga etapa en el Barça. Considero que es menos problemático hacer 
estancias más cortas. 

¿Se quedó con regusto amargo de su etapa en el Barça?
No, regusto amargo, no. Mi recuerdo es magnífico. Otra cosa es cómo lo interpretaron otros. Pero fue una etapa estupenda, en la que el Barça pasó de no tener casi ninguna Liga a enlazar unas cuantas y a consolidarse entre los grandes de Europa. 
Vaya, una cuestión del famoso entorno, que diría Johan Cruyff.

Cierto. No tenía por qué existir esta percepción, pero aquí aún no estamos acostumbrados, como sucede en las universidades estadounidenses, por ejemplo, a que un entrenador permanezca mucho tiempo en el mismo equipo. Allí viven felices porque no les recriminan constantemente, aunque no gane cada año. 

¿Le costó asumir que esta selección se autogestiona en varios aspectos?
No creo que se autogestione. Otra cosa es que tuvieran unos hábitos determinados que no se pueden cambiar radicalmente. Esa es la filosofía que aplicamos al llegar: aceptamos lo que tenían e intentamos mejorarlo.
¿Qué aspectos marcó como irrenunciables?
Para mí, era irrenunciable el trabajo en la cancha y eso lo cumplieron irreprochablemente. ero, nada más empezar los Juegos, en una reunión, los jugadores le aclararon cómo funcionaban las cosas en la selección. 
No fue una reunión, simplemente hablamos de ciertos aspectos sobre los que nosotros creíamos que había que elevar el nivel.
¿Qué aspectos eran esos?
Pues, por ejemplo, el poco nivel de cumplimiento de los horarios y de las comidas. Nada de eso estaba reglamentado y era una cuestión mejorable.
Parece raro en un grupo tan profesionalizado que, además, es campeón del mundo. 
Hay que entender que los jugadores piensen que en verano se pueden relajar un poco. Es muy difícil estar todo el año jugando y cumpliendo normas, aunque no sean muy estrictas. Pero tiene que haber un funcionamiento normal y, si quedas a las 10, no puede ser que haya tres jugadores que lleguen a las 10.05 porque perjudican al resto. 
¿Cree que las multas son la medida más adecuada para corregirlo?
No sé si eso se corrige con multas de 400 euros, pero llegar tarde es una falta de respeto para todos los demás. 
¿Logró cambiar algo?
Un poquito sí lo mejoramos, aunque aún hay margen de mejora. Sin convertir la concentración en un cuartel, hubo que establecer unas normas que no existían. 
¿Cree que esas normas perdurarán una vez usted se ha ido? 
Siempre me he ofrecido al presidente para hablar de toda cuestión importante para el futuro de la selección. 
¿También del nombre de su sustituto?
No, de eso no. Solo de cuestiones de funcionamiento, de normas de comportamiento de los jugadores que, por otra parte, tienen cosas muy favorables. La implicación de todos en el equipo es incuestionable y, si hay que elegir entre implicación y normas, me quedo con la implicación. Pero lo ideal sería la combinación de ambas cosas. 
Los muchos compromisos publicitarios enfrentaron a su antecesor, Pepu Hernández, con la Federación. ¿Funcionó mejor en Pekín?
La Federación tomó nota y, esta vez, según todos, fue mejor que en años anteriores.

En este grupo, ¿el seleccionador manda tanto como Pau Gasol? 
Los jugadores respetan las decisiones del entrenador y no intentan hacer esto o lo otro. Al menos, conmigo ha sido así. Su comportamiento en la cancha ha sido magnífico. 
Después de su etapa en el Barça, esta era la segunda vez que lo dirigía. Al margen de lo evidente, ¿en qué lo ha notado más cambiado? 
En lo positivo, Pau sigue siendo inteligente y la buena persona que era. En lo negativo, que ha estado unos años en los que no ha trabajado al nivel que puede. Ahora que entra en una dinámica que le ilusiona de nuevo, tiene la ocasión de volver a hacerlo. 
Ya en el Barça se le reprochó cierta indolencia. 
Yo, para su etapa en el Barça, solo tengo palabras de admiración por su capacidad de trabajo. Ya en Memphis, que después del tercer año se dejase ir un poco, no es lo ideal , pero él sabrá por qué fue así.
Al margen de Pau, ¿en qué pilar se asienta este grupo?
Básicamente, en Pau. Todos los demás aportan cosas, como este año Felipe, pero también los recién llegados, caso de Raúl y Ricky. 
Siempre se ha dicho que Jiménez, que se despidió de la selección en Pekín, ha sido fundamental en este grupo. 
Es de esos jugadores que, sin hablar mucho, son un modelo con su proceder. 
¿Navarro llegó a los Juegos más lesionado de lo que se dijo?
No. A Navarro le pasó lo que a Raúl: sus molestias le hicieron perder ritmo al final de la concentración y, después, le costó recuperarlo. 
Usted es quien mejor le conoce, pero ¿superó Ricky las expectativas creadas a su alrededor?
En su rendimiento, sí porque fue muy bueno; en lo otro, no. Creía que le podía influir más debutar con la selección y más en unos Juegos, pero no fue así. 
Ricky aparece como una de las grandes estrellas de la Liga. ¿Será así?
La realidad ha sido excelente, pero siempre hay margen de mejora. Lo seguirá haciendo, pero hay que ser conscientes de que en algún momento se parará. 
¿Y qué se puede esperar?
La mejora en el tiro es lo que más se puede notar. 
Ricky echó de menos poder expresarse en los medios, cosa que le habían prohibido. ¿No había una fórmula intermedia? 
No le obligamos: entre sus padres, agentes y el club, consideramos que era lo mejor porque si no no daría abasto.
Ahora, habla. ¿Qué ha cambiado? ¿Es más maduro? 
No es una cuestión de madurez, porque siempre lo ha sido, sino de tiempo. No sería bueno que hablase todos los días: le distraería de los estudios y no tendría tiempo para otras cosas.
Usted se ha ido a Unicaja, un club con una filosofía similar a la de la Penya, pero con más medios.
La economía es menos apretada y la filosofía parecida porque ha contado con jugadores como Germán Gabriel, Cabezas, Berni, cosa que otros no han hecho. 
La exigencia también será mayor en el DKV Joventut. 
El potencial que ahora tiene Unicaja no alcanza el nivel de la Penya cuando tenía a Rudy y a Ricky, pero veo sus mismas ganas. 
¿Le han pedido la Liga, Europa? 
No me han exigido nada, me han fichado para lo máximo, sin números.

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