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viernes, 29 de abril de 2016

Históric@s: Pablo Rodríguez Díaz...

“Nunca hay que olvidar de dónde venimos… que el brillo fugaz no borre las huellas profundas del pasado… un pasado que es padre del presente y futuro”


Un día cualquiera se nos apareció en el pabellón… llegó como quien no quiere la cosa y preguntó si podía entrenar con algún equipo… nos dijo que le gustaba el baloncesto, que había jugado hacía años en Madrid y que desde que estaba en Oliva, por cuestiones laborales, tenía el mono de balón… le dijimos que si, como siempre hacemos… y empezó a entrenar con el Sr “A”, del que pronto le hicimos ficha para jugar… al principio se le veía algo oxidado, pero tenía cualidades y una condición física envidiable… tuve el placer de compartir equipo en su segunda temporada, esta vez en el Sr “B” (él doblaría con el “A”), me gustaba su forma de entender el juego, nada egoísta y siempre solidario con el compañero, ningún reproche y siempre dando ánimos, un gran defensor, capaz de presionar a los bases y de defender en el poste a jugadores de mayor envergadura… sus largos brazos le permitían interceptar muchos balones, jugador de manos muy rápidas que le convertían en un excelente “ladronzuelo” para desesperación de los rivales…   tenía muy buen tiro pero apenas se prodigaba en ello, y penetraba con habilidad y potencia, a veces nos parecía que iba a machacar… a nadie le hubiera sorprendido que lo hiciera, tenía una capacidad de salto enorme… luego descubrimos que no machacaba por una mala experiencia del pasado que le había creado una especie de “trauma” jajajaja… yo le insistía en ocasiones que debería de tirar y penetrar más, que debía de aprovechar su potencial más veces… parafraseándole un poco no era alguien que lo ha logrado todo, tampoco se ha perdido nada… “pero ayer finté que entraba a canasta; y pasé el balón, sin mirar hacia la esquina. Recibió mi padre, 52 primaveras y una muñeca que reinventa ángulos. Lanzó, haciendo el amor al aro. Y entonces supe, que lograr, que conseguir, que triunfar; es un verbo de significado personal e intransferible”. Si, Pablo no es un jugador que se salga de lo normal, no es un jugador superior capaz de hacer 25 puntos o dar 15 asistencias… tampoco era algo que le interesaba, no quería destacar por encima de nadie, él solo quería disfrutar del juego, de los pequeños detalles, del placer de hacer una canasta (y cuando hacía canastas eran muy plásticas, sobre todo cuando entraba cara a canasta a toda velocidad) o dar una asistencia o simplemente formar parte del juego aunque fuera desde el banquillo, porque sí, desde el banquillo también se puede ayudar al equipo y disfrutar con ello… era un jugador de equipo, comprometido y entregado, nunca dió un solo problema, al contrario, siempre estaba para ayudar en lo que fuera necesario a compañeros, entrenador y equipo... y lo hacía tanto dentro como fuera de la pista, metiendo canastas, dando asistencias, animando, comentando el juego con los compañeros o yéndose a tomar unas cañas o cenar con alguno... 
Puede que Pablo no sea ese jugador superlativo pero sí que es una persona extraordinaria, no por lo que hace, sino por la forma en que afronta los retos que le presenta la vida… es una persona singular, genuina, noble y de naturaleza alegre… un compañero capaz de darte todo lo que tiene aunque no tenga nada.   




... y es así tanto en la forma de afrontar la vida como jugando al baloncesto… por eso era un jugador especial, por eso era alguien querido y respetado por los compañeros… posiblemente, con el paso de los años su juego quede difuminado y se nos borre de la memoria, pero su forma de ser perdurará en aquellos que coincidimos con él, porque aunque todos somos diferentes los unos de los otros él es distinto a todos los demás… has dejado huella Pablo, muchas en esa playa a la que tanto adoras… y aunque las olas del mar las borren así como te han llevado lejos de aquí, están incrustadas en nuestra historia…   





“La vida és rosa, por mucho cenizo que nos dé ceniza, la vida és rosa. O azul, si lo prefieres. O verde pistacho, si se te antoja. Y es cierto: no tengo un futuro prometedor; es más, no quiero un futuro de promesas”… “Mi riqueza son mis padres, y mi hermano. Mi riqueza son amigos de verdad. Y al morir entenderemos que absolutamente nada de lo que ha merecido la pena, se ha comprado con dinero.”  No se de que color es la vida, pero lo que si se es que tú nos la hiciste más colorida... hiciste que los rosas, azules, pistachos fueran más cálidos y mejores... y si, tu amistad nos hizo más ricos a todos nosotros... te fuiste como viniste y dejás detrás de ti a muchos compañeros y amigos que cuando vuelvas te abrirán las puertas de par en par, si es que alguna vez las cerraron. 






“Nunca hay que olvidar de dónde venimos… que el brillo fugaz no borre las huellas profundas del pasado… un pasado que es padre del presente y futuro”


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