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viernes, 14 de marzo de 2014

Larry Demetric Johnson, cumple hoy 45 años...

Artículo de Guillermo García Arroyo en Marca (21-marzo-2013):

Si los hermanos Grimm hubieran reescrito hoy la célebre historia de Caperucita Roja (el original es una fábula oral de origen medieval), seguramente habrían escogido como figura del lobo disfrazado de abuelita a este hercúleo ex jugador de baloncesto que durante los 90 se encargó de amedrentar a los aros rivales como hace el animal con la célebre niña de la capa carmesí.

Me refiero, claro está, a la abuelita menos dulce y más cruel que ha dado la NBA: Larry Demetric Johnson. Un jugador todo potencia y físico que ha venido a mis recuerdos ahora que tanto se habla de grandes matadores como LeBron James, DeAndre Jordan, Blake Griffin, Faried o JaVale McGee y que tuvieron un gran predecesor en la figura de este 4x4 que no sentía compasión alguna por los aros. Una fuerza de la naturaleza que no tenía reparos en enfrentarse a jugadores mucho más grandes que él, gracias a un físico portentoso y, también, a una gran habilidad.




El poderoso ala-pívot nació hace ahora 44 años en la pequeña localidad de Tyler, Tejas, un 14 de marzo de 1969. En pleno año de las flores, con todas las miradas puestas en la ciudad hippie por excelencia, San Francisco, y en el concierto de Woodstock, con todo su mensaje de paz y amor, la familia Johnson vivía ajena a aquellas dos palabras.

El joven se crió en un hogar desestructurado tras la marcha de su padre. Su madre, Dorothy, tenía que hacer verdaderos malabarismos para poner un plato de comida en la mesa para Larry y su hermana, Serwana (junto a ellos también vivían una tía y dos primos). Circunstancia que pronto llevó a Johnson a conocer el lado menos amable de la vida y forjó un carácter indómito y rebelde ante cualquier injusticia.

Eran tiempos difíciles, la comida escaseaba y poder comprar algo de ropa nueva o algún juguete de primera mano era impensable. Fue entonces cuando todo cambió para Larry. En el invierno de 1978, Johnson anhelaba, como el resto de niños de su edad, poder tener una bicicleta. Ante la imposibilidad de poder comprarla, Larry decidió robarla y mientras pedaleaba en libertad, la Policía le detuvo por el hurto del vehículo. 

Larry, que no sabía cómo decírselo a su madre, encontró en su experiencia con los agentes su castigo. Pero a su vez, su salvación. Una vez en comisaría a ninguno de los presentes se les pasó por alto el tamaño de aquel niño y le propusieron que para pagar por su delito se pasase por el gimnasio de la Policía para ponerse unos guantes de boxeo. No era el deporte que Larry tenía en mente cuando por las noches soñaba con ser un gran atleta, pero podía valer.

Muy pronto Johnson comenzó a destacar en el cuadrilátero, donde permaneció cuatro años como miembro de la Liga juvenil de la Policía. Su cuerpo aumentaba de tamaño cada día que pasaba y su habilidad para el deporte no pasaba desapercibida a nadie. Hasta el punto de que sus compañeros de clase le votaron como el alumno con más posibilidades de triunfar en la vida. Y no se equivocaron, aunque no fue con unos guantes y encerrado entre 16 cuerdas.

En su último año como púgil, Johnson descubrió también sus grandes habilidades frente a la canasta y con el balón ovalado del fútbol americano. Fueron sus números en su último año de instituto los que le hicieron decantarse por el esférico naranja. Ahí estaba el futuro brillante (y económicamente fructífero) que tanto anhelaba desde niño. Larry decidió aumentar el ya de por sí imponente físico que la naturaleza le había regalado y consumía horas de gimnasio con una voracidad desmesurada.




Su último curso en el Skyline High School le convirtieron en una figura a nivel nacional hasta el punto de llevarle al McDonald's High School All American Team. Las universidades de todo Estados Unidos se rifaban a aquél ala-pívot que apenas sobrepasaba los dos metros de altura, pero que se comía literalmente a rivales mucho más grandes que él gracias a su privilegiado y trabajado físico.

Sin embargo, aquella obsesión por el gimnasio, ese culto al cuerpo desmedido, le llevo a olvidar los libros. Así, sus bajas calificaciones le jugaron una mala pasada y tuvo que ver pasar el tren universitario para pasar un año en un 'college' con el objetivo de mejorar sus notas. Se matriculó en el pequeño Odessa College y pronto dejó muestras de su calidad imponiendo una tiranía que duraría dos años. Durante sus dos temporadas en el college tejano, Johnson promedió 22,3 puntos en su primera campaña y 29 en la segunda, siendo premiado en ambos cursos con el galardón National Junior College Athletic Association. Es, hasta la fecha, el único jugador que ha conseguido ganar este trofeo en dos años consecutivos.

El nombre de Johnson no tardó en aparecer en las quinielas para el draft de 1989. Una hornada con nombres como Glen Rice, Tim Hardaway, Shawn Kemp o Vlade Divac que, sin embargo, se quedó huérfana de uno de los nombres llamados a dominar la Liga en la siguiente década. Larry se dejó embelesar por el 'Tiburón' Tarkanian, entrenador de la Universidad de Las Vegas, para enfundarse la camiseta de los Runnin' Rebels durante otras dos temporadas.


No se equivocó. En un equipo con futuros NBA como Stacey Augmon o Greg Anthony, Johnson era el líder, el dueño de aquel equipo que enamoraría al país entero. El ala-pívot no tardó en hacerse con los mandos de un equipo que escribiría una de las páginas más gloriosas del baloncesto universitario y la mejor prueba de ello fue un nuevo galardón en las vitrinas de Johnson al ganar el premio al Mejor Jugador de la temporada en la Big West. Pero lo mejor estaba por llegar.


Johnson condujo a Tarkanian y a sus chicos a la Final Four de la NCAA. Un territorio que parecía exclusivo para la prestigiosa Universidad de Duke. Sin embargo, Larry hizo honor al apodó con el que se conoce a la universidad de Nevada y se rebeló contra el poder establecido. Se plantó en la final tras derrotar a Georgia Tech en la semifinal, para enfrentarse a los míticos Blue Devils de 'Coach K' y Christian Laettner. Las apuestas eran claramente favorables al equipo de Durham, Carolina del Norte. Sin embargo, Johnson se puso el traje de lobo disfrazado de abuelita y destrozó a Duke con 22 puntos y 11 rebotes, liderando la victoria de los Rebbels por 103-73, la mayor paliza en una final universitaria.

Era el colofón a una temporada de ensueño. Una campaña que no se volvería a repetir. Al menos como equipo. Una denuncia por irregularidades a la hora de reclutar jugadores estuvo a punto de dejar a Johnson y a los Rebbels sin la posibilidad de defender título. Sin embargo, Tarkanian llegó a un acuerdo con la Liga y los Rebbels pudieron volver a las canchas.

Como agradecimiento, regalaron al público una temporada inmaculada con un récord de 27-0 y una media de 26.5 puntos de ventaja por encuentro. Una salvajada de promedios que llevaron al equipo a ser considerado uno de los favoritos para hacerse de nuevo con el título universitario. Sin embargo, en las semifinales de la Final Four, Las Vegas volvió a encontrarse con Duke, que les devolvió la moneda, dejándoles a las puertas de su segunda final tras vencer por 79-77. Johnson conocía el amargo sabor de la derrota y ni siquiera los numerosos premios individuales de la campaña (Mejor Jugador de la Big West, el prestigioso galardón John R. Wooden y el Naismith Player of the Year) consiguieron consolarle.

Terminado el periplo universitario había llegado el momento de dar el salto a la NBA. Nadie dudaba de que Johnson sería el primero de su promoción y cuando los Hornets, todavía en pañales, tuvieron que elegir no lo dudaron y no dejaron escapar al ala-pívot del futuro. Un jugador capaz de dominar desde sus 2,01 a rivales mucho más poderosos. El nombre de Larry Johnson salía de la boca de David Stern como la primera elección del draft de 1991, por delante de otros como Kenny Anderson o Dikembe Mutombo, y su impacto en la Liga no se hizo esperar.



Johnson llegaba a una franquicia en pañales y pronto se hizo con las riendas del equipo. Sus números impresionaban y aunque no fue capaz de llevar a los Hornets a sus primeros 'playoffs' sembró las primeras semillas de un futuro brillante para el conjunto de Carolina del Norte como uno de los equipos con más potencial y más atractivos de ver. Y él era el principal reclamo. Terminó su primera campaña con el premio al Novato del Año en el bolsillo gracias a sus medias (19,2 puntos; 11 rebotes y 3,6 asistencias), fue segundo en el concurso de mates y se convirtió en un icono gracias al contrato firmado con Converse.

Una relación comercial que le convertiría en 'La abuelita' de la NBA gracias a una campaña en la que aparecía machacando el aro disfrazado como una abuela. Una campaña que estuvo a punto de no ver la luz jamás ("Creía que iba a ser de Nike", aseguró el jugador en su momento), pero que finalmente se llevó a cabo tras convencer al jugador de que iba a compartir rodaje con Magic Johnson y Larry Bird. "Me comentaron que haríamos un anuncio los tres, en el que ellos saldrían diciendo "lo hemos creado, el jugador de baloncesto perfecto". Larry diría "tenemos que ponerle el nombre de Larry", a lo que le replicaría Magic "tenemos que ponerle el nombre de Johnson... "¡Larry Johnson!". Así me convencieron y firmé".

Acababa de nacer 'Grandma' Johnson. Su lucrativo contrato con Converse y el que firmaría con los Hornets tras la siguiente temporada (84 millones de dólares por 12 temporadas) le llevarían a adelantar al mismísimo Michael Jordan en la lista de ganancias de la NBA. Sin embargo, Johnson nunca dejó que el dinero se le subiera a la cabeza. Es más, aprovechó su nueva condición para ayudar a su comunidad. Construyó un centro para los más jóvenes a las afueras de Dallas, en Dixon, donde creció y donó más de un millón de dólares a causas benéficas. "Soy el único que ha logrado salir del barrio, pero aquí sigue habiendo la misma mierda. Drogas, delincuencia...", declaró tras construir un centro de ocio para los niños. Aún hoy sigue siendo un miembro activo de la comunidad y uno de los mayores donantes para sacar al distrito de Dixon de la pobreza.

Pero volvamos al baloncesto. Tras ver como los Hornets se quedaban a las puertas de los 'playoffs' en su primera temporada, Johnson quedó un tanto frustrado y dedicó todo el verano a trabajar en cuerpo y alma para llevar a su equipo un paso más allá. La suerte en este caso acompañó a Larry y los Hornets volvieron a tener suerte la noche del draft. Les tocó escoger en segundo lugar y usaban su elección para hacerse con los servicios de Alonzo Mourning (ya hablaremos de él aquí en otro momento) y conformar uno de los juegos interiores más poderosos y con más proyección de toda la NBA.

Los nuevos Hornets, liderados de nuevo por Johnson, por fin consiguieron hacer realidad su sueño y llegar a la postemporada. 'Grandma' y 'Zo' hacían estragos en las zonas rivales y ponían a Charlotte en el mapa NBA. Johnson se hacía un nombre en la Liga y era incluido en el segundo quinteto de la Liga gracias a sus 22 puntos y 10 rebotes de media por encuentro. Además, hizo su primera aparición en un All Star al ser elegido por los aficionados para formar parte del quinteto del Este. Un premio y un reconocimiento a su impacto en la NBA. Aunque para Larry lo importante era ganar y ser candidatos a pelear por el anillo. Así, cuando llegaron a sus primeros 'playoffs' Johnson volvió a dar un paso más en su juego y de su mano los Hornets eliminaron a los Celtics en primera ronda, antes de ser apeados por los Knicks en semifinales de conferencia.

Parecía que aquél era el primer paso en su camino hacia la gloria. Sin embargo, las lesiones se cruzaron pronto en el camino de este poderoso ala-pívot y en su siguiente temporada se perdió gran parte del campeonato por una lesión en su espalda cuando apenas se llevaban disputados 20 partidos de temporada regular. Una dolencia que, sin embargo, no le apartó de participar con Estados Unidos (en el denominado 'Dream Team II') en el Mundial de Toronto y colgarse la medalla de oro, su mayor logro colectivo en el plano colectivo.

La dolencia en la espalda le hizo perder explosividad y tuvo que cambiar su juego radicalmente. Johnson ya no machacaba los aros con la potencia de antaño y tuvo que alejar su radio de acción hacia el perímetro. Su producción no mermó (18,6 puntos; 7,2 rebotes y 4,6 asistencias) y con él, Mourning y el fichaje de Robert Parish, los Hornets volvieron a los 'playoffs' tras llevar por primera vez a la franquicia a superar las 50 victorias en temporada regular. En la postemporada la suerte les fue esquiva y pese a tener el factor cancha a favor, se encontraron con un renacido Michael Jordan (acababa de volver de su primer retiro) y cayeron eliminados a manos de los Bulls a las primeras de cambio. Era el final de una breve historia de éxitos en Charlotte.

Las fricciones entre las estrellas del  equipo no tardaron en aparecer, lo que llevó a Mourning a hacer las maletas y poner rumbo a Miami. Fue una victoria parcial para Johnson que, vio como una temporada más tarde, y después de no haber sido capaz de llevar de nuevo a los Hornets a los 'playoffs', tenía que marcharse rumbo a la Gran Manzana para formar parte de los Knicks.

Un cambio que Johnson no aceptó en un primer momento, puesto que llegaba a una franquicia con un rey único y todopoderoso, Pat Ewing. Johnson tuvo que volver a amoldar su juego y adaptarse a un rol más secundario. 'Grandma' perdía protagonismo en ataque, pero pronto entendió que su sacrificio iba en beneficio de una causa común. Se destapó como un buen lanzador de perímetro, adaptando su juego al de un alero más que al de un ala-pívot (su espalda ya no le permitía fajarse con gente más grande que él) y en defensa aprovechaba su físico para frenar a cualquier '3' que tuviera enfrente.



Su sacrificio tuvo recompensa en la temporada 98-99, la del primer 'lockout', cuando de su mágica mano los Knicks llegaron a las Finales de la NBA. Johnson apareció en el momento justo para evitar que las Finales de Conferencia viajasen a Indiana con ventaja para los Pacers cuando, en el tercer partido, anotó un 3+1 a falta de unos segundos para la conclusión del choque y daba la ventaja parcial de la serie a los Knicks. Johnson recibió a falta de 11 segundos ante Antonio Davis y agotó el bote hasta levantarse desde más allá del arco y anotar el triple, consiguiendo, además, sacar la falta del rival. Una canasta que provocó el delirio en el Madison y que sería su mejor canasta en su carrera NBA. Luego, en las Finales, los Knicks perdían a Ewing y los Spurs de Robinson y un joven Duncan se llevaban el anillo del asterisco, como lo definió Phil Jackson por haberlo logrado en una temporada incompleta.



Fue en aquella serie ante los Spurs cuando Johnson sacó su lado más radical y reivindicativo al referirse a los Knicks como un puñado de "esclavos rebelados". Unas declaraciones que encontraron respuesta en otra leyenda NBA como Bill Walton, que tachó sus palabras y su actuación ante los Spurs de "desgraciadas". 'La abuelita' sacó su lado menos tierno y respondió a Walton. "Decirle a Bill que investigue en su pasado y que vea cuántos esclavos tenían sus antecesores", aseguraba Larry para contestar al ex pívot, que siguió con su discurso. "Aquí está la NBA, llena de jugadores de color, llena de oportunidades... pero, ¿qué sentido tiene? Vuelvo a mi barrio y la gente está entre rejas o vendiendo droga y yo tengo que estar feliz y orgulloso por haber tenido éxito. Y lo estoy, pero no puedo pasar por alto lo que hemos pasado durante años y que seguimos estando en lo más bajo de la pirámide social". 

A partir de ese momento, la batalla racial y la lucha por ayudar a los suyos fue el 'leit motiv' de este jugador que dejaría en un segundo plano el baloncesto hasta que, una temporada más tarde, se veía obligado a colgar las botas por sus dolencias crónicas en la espalda. Era el adiós de un guerrero, de un jugador fiero como pocos y que nunca tuvo miedo a enfrentarse a rivales mucho mayores. 

Era el último cuento de la abuelita menos tierna y dulce que la historia recuerda. Un predecesor de los caníbales de los aros que ahora pueblan la NBA y que cambió el ganchillo y las galletitas por derribar, uno a uno todos los aros de la NBA con mates poderosos y triples estratosféricos. Un icono de la nueva NBA.

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