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martes, 20 de agosto de 2013

Lucha de Colores

Érase una vez en que los colores del mundo comenzaron a reñir. Todos reclamaban que ellos eran el mejor, el más importante, el más útil, y el favorito. 
El Verde dijo, "Claramente yo soy el más importante. Soy el signo de vida y de esperanza. Fui escogido para el pasto, los árboles y las hojas. Sin mí, todos los animales morirían. Miren el campo y verán que yo estoy en la mayoría." 
El Azul interrumpió, "Ustedes solo piensan de la tierra, pero consideren los cielos y el mar. Es el agua la que es la base de la vida y es elevada por las nubes del mar profundo. El cielo da espacio y paz y serenidad, sin mi paz Ustedes todos serían nada." 
El Amarillo se rió, "Ustedes son todos tan serios. Yo traigo risa, regocijo, y calor al mundo. El sol es amarillo, la luna es amarilla, las estrellas son amarillas. Cada vez que mire un girasol el mundo entero empieza a reír. Sin mí no habría diversión." 
El Naranja próximo empezó a tocar su trompeta. "Yo soy el color de la salud y la fortaleza. Puedo ser escaso, pero soy precioso porque sirvo las necesidades de la vida humana. Llevo las más importantes vitaminas. Piensen en las zanahorias, las calabazas, naranjas, mangos, y papayas. Yo no ando rondando por ahí todo el tiempo, sino cuando lleno el cielo a la salida y puesta del sol, mi belleza es tan notable que ninguno da otro pensamiento a ninguno de Ustedes." 
El Rojo no podía aguantar por más tiempo, gritó, "Yo soy el regente de todos Ustedes! Soy sangre — la sangre de la vida! Soy el color de la valentía. estoy dispuesto a pelear por una causa. Traigo fuego en la sangre. Sin mí, la tierra estaría tan vacía como la luna. Soy el color de la pasión y del amor, la rosa roja, la poinsetia y la amapola." 
El Púrpura se levantó a su plena altura. Era muy alto y habló con gran pompa. "Soy el color de la realeza y del poder. Los reyes, jefes, y obispos me han siempre escogido a mí, porque soy el signo de autoridad y sabiduría. La gente no me cuestiona! ellos escuchan y obedecen." 
Y así los colores fueron jactándose, cada uno convencido de su propia superioridad. Su riña se puso cada vez más ruidosa. Súbitamente hubo un relámpago de luz brillante, el trueno tronó y retumbó. 
La lluvia empezó a caer sin clemencia. Los colores se agacharon de miedo, acercándose los unos a los otros para confortarse. En medio del clamor, la lluvia empezó a hablar: 
"Ustedes tontos colores, peleándose entre Ustedes, cada uno tratando de dominar al resto. ¿No saben que cada uno de Ustedes fue hecho con un propósito especial, único y diferente? Únanse de las manos y vengan conmigo." Haciendo como a ellos se les dijo los colores se unieron y unieron sus manos. La lluvia continuó: "desde ahora en adelante, cuando llueva, cada uno de Ustedes se estirará a través del cielo en un gran arco de color como un recordatorio de que Ustedes todos pueden vivir en paz. El Arco Iris es un signo de esperanza para el mañana." 
Y así, siempre que una buena lluvia lava al mundo, y un arco iris aparece en el cielo, recordemos en apreciarnos los unos a los otros.

10 COSAS QUE NO DEBE HACER UN ENTRENADOR:



  1. COMPROMETERNOS A CIEGAS: antes de iniciar una nueva etapa en un club o colegio debemos estar seguros de los medios de que disponemos, del método de trabajo que están acostumbrados a realizar, la estructura del club y lo que quieren de mí.
    Aclarando todos estos puntos haremos que sea más difícil que  aparezcan problemas en el día a día de la temporada.

  1. CAMBIAR REGLAS: cuando el entrenador marca una serie de reglas tanto de disciplina como de entrenamiento estas no pueden cambiarse sin avisar porque desorientan al grupo y hace que los jugadores pierdan confianza en nosotros.

  1. NO SER PUNTUAL O FALTAR A LOS ENTRENAMIENTOS: cuando uno asume la dirección de un equipo sea la categoría que sea además de las normas que marque hay dos que deben ser comunes a todos los equipos: la puntualidad y la asistencia tanto a entrenamientos como a partidos.
    Debemos exigirlas y por supuesto cumplir nosotros los primeros.
  1. NO SER SINCERO: cuando el entrenador marca los objetivos tanto individuales como colectivos y como se va a llegar a ellos, debe ser sincero con los jugadores.
    Si deja de ser sincero tarde o temprano esto creará conflictos.
  1. SER INCONSTANTE: el trabajo que se realiza con un equipo engloba desde el primer al último entrenamiento de la temporada y el entrenador debe transmitir eso a sus jugadores.
    No debemos ser más exigentes solo cuando se acerca el final de liga o partidos importantes, la mejora del equipo es fruto de todas las semanas.
  1. DEJARSE INFLUENCIAR: el entrenador es el que debe aportar su mirada objetiva al equipo, cuando aparecen dudas o problemas sus ayudantes y su director técnico son las personas en las que se debe apoyar. Nunca debe hacerlo en padres, familiares o amigos de los jugadores, aunque a veces nos puedan parecer un buen apoyo.

  1. NO SER HUMILDE: si perdemos la humildad a la hora de valorar nuestro trabajo, de preparar los partidos, de formar a nuestros jugadores, etc,…seguramente en un futuro seamos peores entrenadores.  Por muchos éxitos que obtengamos siempre podemos mejorar y esa mejora es la que hará que hagamos mejores a nuestros jugadores.

  1. NO SER RESPETUOSO: como entrenadores debemos ser un ejemplo en varios aspectos para nuestros jugadores.
    Debemos ser un buen referente para nuestros jugadores y por eso no podemos faltar el respeto  al resto de personas que comparten nuestro deporte: árbitros,  anotadores, rivales,…. y por supuesto a nuestros propios jugadores.
  1. SER EGOÍSTA: a veces nos podemos encontrar en una situación, que para llegar a cumplir alguno de los objetivos marcados tengamos que pasar por encima de otros.
    El entrenador debe valorar que es lo mejor para el equipo y no lo mejor para él.
    Po ejemplo, no siempre podemos pensar en los resultados en categorías de formación.
  1. TIRAR LA TOALLA: aunque los resultados no acompañen, la mejora del equipo no sea la adecuada o cualquiera de los infinitos problemas que puedan aparecer en una temporada, el entrenador debe estar por encima de todos y por muy difícil que sea, por mucho que nos cueste o por muy desmotivados que estemos, debemos saber que si el entrenador se derrumba, el equipo lo hará con él.
    Para cada problemas habrá múltiples soluciones y varias decisiones difíciles que tomar, pero sea cual sea la decisión final debemos afrontarla desde la entereza, por ello asumimos el reto de dirigir un equipo.

    Por Oscar López López.
    Entrenador Superior Baloncesto
    Colaborador JGBasket

miércoles, 14 de agosto de 2013

La Asamblea de la Carpintería

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El Martillo fue nombrado Director de Debates, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar: La causa, ¡hacía demasiado ruido! Y se la pasaba el tiempo golpeando. El Martillo aceptó la culpa, pero pidió que también fuera expulsado El Tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque El Tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión del Papel de Lija. Hizo ver que era muy áspera en el trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y La Lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado El Metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. 

En ese momento entró el carpintero, se colocó el delantal e inició su trabajo. Utilizó El Martillo, El Papel de Lija, El Metro, y al Tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se transformó en un lindo mueble. 

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó su deliberación, fue entonces cuando tomó la palabra el Serrucho y dijo: Señores ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos. La asamblea encontró entonces que El Martillo era fuerte, El Tornillo unía y daba fuerza, La Lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que El Metro era preciso y exacto. 

lunes, 12 de agosto de 2013

Errores a evitar por los entrenadores


Algunos son:

Hablar durante el tiempo de entrenamiento. A la hora de entrenar…¡se entrena! Invertir habitualmente tiempo de entrenamiento en hablar supone a lo largo del año muchas horas desperdiciadas de trabajo. Además, hablando, generamos con frecuencia problemas que no se generarían de no hablar. Cuando hay un problema, un conflicto, las personas tenemos tendencia a querer intervenir y solucionarlo rápido. Muchas veces, con esperar, no actuar, dejarlo pasar, se soluciona por si mismo. Si no he hablado, no he intervenido, siempre lo podré hacer en el futuro si al final entiendo que es necesario…¡pero que no sea a cambio de quitar minutos al entrenamiento!

Empezar tarde el entrenamiento o retrasar su final. Los entrenamientos deben empezar a la hora fijada. Es habitual ver como el entrenador espera a empezar a que lleguen los jugadores que se han retrasado. Grave error. Si comienzas a la hora queda patente el retraso sin necesidad de decir nada. La próxima vez tal vez los jugadores se apresten a llegar puntuales. Si les esperamos estamos sentando las bases para el siguiente retraso. Si no respetamos la hora de finalización del entreno estamos privando a los jugadores de un tiempo que es suyo y a lo mejor dejan de ser puntuales a un compromiso por nuestra culpa. Además, si los padres han ido a recoger al jugador, estamos también quitándoles tiempo a ellos y generando un foco de conflicto.

Suspender entrenamientos. Siempre se entrena…llueva, nieve o haga frío. Hayamos jugado dos partidos seguidos o falten jugadores a entrenar. Esté el entrenador cansado o…Hay veces que parece que buscamos cualquier excusa para no entrenar, como si no nos gustara hacerlo. Cuando falta el entrenador a entrenar (debería ser por causa de fuerza mayor) hay que tener cuidado con qué solución se da, no vaya ser que el entrenador que te cubre provoque en conflicto.

Esto lo podemos unir con otro error frecuente:

Las personas que colaborar con el equipo (ayudantes, preparadores físicos, entrenadores sustitutos en caso de falta de asistencia del entrenador, etc.) nunca deben ser generadores de conflictos. Sólo suman, nunca restan. Deben saber separarse estratégicamente y generar distancia cuando debido a una intervención suya se pueda generar llegar a generar un problema.

Hablar con jugadores o padres después de un partido. En un partido surgen muchas tensiones lógicas, fruto del momento. No pasa nada, hay que saber aceptarlas. Cuando sí pasa es cuando no sabemos tratarlas. Al acabar un partido nunca estamos suficientemente preparados para gestionar temas que, más en frío, con el paso del tiempo, es fácil que los veamos desde otra perspectiva y sean más sencillos de tratar. Por eso, resulta fundamental posponer todo diálogo para otro día. En frío, con tiempo suficiente para madurar lo que se quiere y debe decir, todo es más fácil.

Dar muchas instrucciones en los tiempos muertos. Durante un partido los jugadores no están preparados para recibir demasiada información de golpe. Nos quejamos de que no nos escuchan, pero esa no suele ser la raíz del problema. Aunque quisieran, a veces no puede. Me gusta estar en banquillo con otros entrenadores y en sus tiempos muertos hacer un ejercicio de concentración para tratar de retener la mayor información posible de la que exponen a sus jugadores. Si probáis os sorprenderéis…y eso que vuestras pulsaciones no están tan altas ni el cansancio os hace mella…

Hablar en exceso con todo el equipo antes del partido y en el descanso. Parece que tenemos la obligación de meter al equipo en el vestuario siempre y decir algo. Hay que hablar cuando realmente hay algo que decir. Y para hacerlo, no es necesario generalmente ni alargarse ni meterse en un vestuario. Una opinión muy particular es que sólo se debe usar el meter al equipo en vestuario en momentos determinados, en partidos clave. Cuando sea así, se podrá convertir en una situación distinta, especial, y podrá ser explotado para motivar y sacar un extra del equipo.

No dejar ir a beber a los jugadores las veces necesarias. Los jugadores deben ir a beber agua un número adecuado de veces. Debemos adaptarnos a las condiciones climáticas y no ir siempre el mismo número de veces, con independencia de las mismas. Es cierto que una adecuada hidratación empieza antes del entreno, pero el ir a beber durante el mismo, además de que complementa a las ingestas previas, sirve como herramienta para controlar el estado psicológico de los jugadores. Por eso, ¿meter prisa a los jugadores cuando van a beber…? Yo no, pero que no se entretengan. No debe ser aprovechado como un momento para relajarse en exceso, pero considero que es malo estresarles obligándoles a ir corriendo para no ser penalizados en caso de retraso.

Invertir excesivo tiempo del entrenamiento en estirar si realmente no se va a hacer un buen trabajo de estiramiento. ¿Es necesario estirar al principio y al final? ¿Y trabajar la movilidad articular? Debo hacerme estas preguntas y buscar información y asesoramiento para dar mis respuestas. Recurrir al estiramiento por tradición y rutina se puede convertir en un error.

No preparar el entreno…seamos serios. Es como el profesor que entra en clase sin haber preparado lo que va ha decir. ¡Seamos profesionales!

Por Juan José Hernández Liras.
Entrenador Superior Baloncesto
Director Técnico Colegio San Agustín de Madrid.
Colaborador JGBasket

lunes, 5 de agosto de 2013

La Ermita

El viejo Haakon cuidaba cierta Ermita. En ella se veneraba un crucifijo de mucha devoción. Este crucifijo recibía el nombre, bien significativo, de "Cristo de los Favores". Todos acudían allí para pedirle al Santo Cristo. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodilló ante la imagen y le dijo: 

—"Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en La Cruz." Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Sagrada Efigie, como esperando la respuesta. El Crucificado abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras: 
—"Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición." 
—"¿Cuál, Señor?", preguntó con acento suplicante Haakon. 
—"Es una condición difícil", dijo el Señor. 
—"Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor", respondió el viejo ermitaño. 
—"Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar siempre silencio". Haakon contestó: 
—"Os, lo prometo, Señor". Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño colgado de cuatro clavos en la Cruz. 

El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada. Los devotos seguían desfilando pidiendo favores. Pero un día llegó un rico, después de haber orado dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla pensó que el muchacho se a había apropiado. El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: 

—"¡Dame la bolsa que me has robado!". El joven sorprendido, replicó: 
—"No he robado ninguna bolsa". 
—"No mientas, ¡devuélvamela enseguida!. 
—"Le repito que no he cogido ninguna bolsa", afirmó el muchacho. 
El rico arremetió, furioso contra él. Sonó entonces una voz fuerte: 
—"¡Detente!" El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. Este quedó anonadado, y salió de la Ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje. Cuando la Ermita quedó a solas Cristo se dirigió a su siervo y le dijo: 
—"Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio". 
—"Señor", dijo Haakon, "¿cómo iba a permitir esa injusticia?" Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño que quedó ante el Crucifijo. El Señor, clavado, siguió hablando: 
—"Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabías nada. Yo sí sé. Por eso callo". . . Y la sagrada imagen del crucificado guardó silencio. 

¡Cuántas veces pretendemos dirigir nuestro destino creyendo que es lo mejor para nosotros!

jueves, 1 de agosto de 2013

Siembra acciones positivas en tu vida


Comprender el inconsciente colectivo en la forma en que lo aborda un gigante de la psicología de nuestro tiempo: Carl Gustav Jung, nos permitirá entender ¿por qué somos como somos?, o, ¿por qué a algunos países les ha ido mejor que a otros?, ¿por qué ciertos pueblos han encontrado más fácilmente el camino a la prosperidad como lo han hecho los tigres asiáticos?, ¿por qué algunos pueblos se diferencian tanto de sus más próximos vecinos del norte de América?
Todos los pueblos del mundo se identifican por una similitud en sus hábitos, con lo cual se conforman las costumbres que son la parte central de todas las culturas; así los rituales judíos han hecho permanecer durante siglos una serie de tradiciones que los identifica y los diferencia de otros pueblos y lo mismo podríamos decir de los cristianos, musulmanes, budistas, etcétera... Y así durante generaciones enteras a través de cientos de años hay costumbres que quedan por siempre en el inconsciente colectivo de los pueblos, hábitos que se heredan de padre a hijo desde tiempos inmemoriales, la convicción del hindú de que la vaca es sagrada está grabada en forma inconsciente. El que una mujer japonesa camine dos pasos atrás del hombre no es cuestionable, pues seguramente muchas de ellas actualmente nos contestarían: “¿Acaso hay otra forma de caminar?" El que el alemán sea tan ordenado nos replicaría: “¿Acaso hay otra forma de colocar las herramientas en un taller?" Son patrones de conducta que se realizan en forma no consciente y se hacen sin cuestionamiento alguno: observe por ejemplo, cuando entramos a un templo y sin que nadie nos lo ordene bajamos el nivel de voz, son hábitos que hemos aprendido durante muchas generaciones e inconscientemente les seguimos dando continuidad.
Aristóteles cuando se refería a los triunfadores señalaba: "La Excelencia es el arte que se alcanza a través del entrenamiento y el hábito, nosotros somos lo que hacemos repetidamente, la Excelencia entonces no es un acto aislado sino un hábito". La Excelencia es una realidad en una empresa cuando sus líderes logran llevar la actitud de Excelencia al inconsciente de todos sus miembros. Cuando cada empleado está alerta a las necesidades del cliente, es cortés, servicial, atento; alerta a la acción en la búsqueda permanente de resultados, en fin, cuando en forma inconsciente lo hacen como parte de la cultura corporativa de Excelencia, es lo usual, lo normal, la forma de hacer las cosas en esa empresa.
Al igual que la empresa, los seres humanos fácilmente convertimos ciertos errores en hábitos como el llegar tarde a nuestras citas, tener mal humor al despertar, el negativismo, entre otros.
Es necesario hacer un inventario de tales actitudes y sustituirlas por acciones positivas con tal perseverancia que se conviertan en hábitos, en nuestra forma natural de ser: sonreír, ser amable, positivo, etcétera, es el camino para cambiar en la vida y estar en el sendero de los triunfadores.