viernes, 7 de junio de 2013

Drazen Petrovic: 20 años de su adiós III

Por Piti Hurtado:
Legendario desde adolescente, legendario en su juventud, legendario en su madurez y legendario su vacío.Pionero de la técnica individual en Europa: esos cambios de dirección con dribling por debajo de las piernas y por detrás de la espalda, fintas de tiro, reversos y finalizaciones por encima de los grandes. Y un prodigio en el tiro tras bote.Cuenta la leyenda que fue un psicópata del entrenamiento individual, de la mejora en base a trabajar.Su carrera en la NBA lo atestigua, de marginal a uno de los 15 mejores jugadores del mundo.

Evidentemente somos,también, lo que trasladamos a los demás.Y Petrovic ,en su patología competitiva, llevaba implícitos muchos comportamientos difíciles de llevar sobre todo por compañeros de equipo y rivales.La insolencia se cura con la edad, pero las heridas fueron profundas.Entiendo que todo esto formó un conjunto complejo pero creo que fue un jugador que trabajó como el que más para conseguir sus metas y que su virtuosismo se fundó  en una absoluta concentración y un mayúsculo hambre competitivo.

En lo que le tocaba hacer a él para ser mejor creo que fue un jugador humilde y que se esforzó una barbaridad.Desde bien pequeño, madrugando muchísimo cada día para lanzar y botar más que los demás y así poder superarles en el campo.Eran tiempos en los que no hacía falta tener palabras como humildad en la boca continuamente.
Hay cualidades y virtudes que se tienen y que un buen día, tras una trayectoria, alguien te comunica que has sido bueno en eso, pero no se presume de ello cada vez que hay un micrófono delante.Aunque sea tan habitual en los tiempos presentes.
Ya sé que Drazen en la pista lió pifostios muy importantes y que fue odiado por el engreimiento que exhalaba por los todos los poros de su camiseta con publi de “Puertas Dintel”.Pero también aquellos espectáculos se echan de menos, aquella pimienta que nos tenía pegados al televisor y de la que hablábamos en el recreo de la mañana siguiente mientra sacábamos la burlona lengua, imitándole.

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